EDITORIAL VIDA NUEVA | Mientras se recrudecen en Alepo los combates entre los rebeldes sirios y el Ejército de Bachar Al Assad, desde la segunda ciudad y capital económica del país nos llega a Vida Nueva el testimonio –estremecedor aunque esperanzador– de una pequeña comunidad de Hermanos Maristas que han decidido permanecer en el lugar aun a costa de sus vidas.
No se sienten héroes, sino que, fieles a un compromiso de 25 años con su pueblo, han querido seguir saliendo al encuentro de quienes más les necesitan: antes, los pobres; ahora, también los desplazados; siempre, los niños, las principales víctimas de cualquier conflicto, pero también el gran rayo de esperanza para el futuro.
Así lo han entendido estos religiosos, cuyo trabajo con ellos entre el tronar de los disparos vuelve a ser testimonio inequívoco de que la Iglesia sigue sembrando vida incluso en los contextos más clamorosos de muerte como el que hoy sufre Siria.
En el nº 2.812 de Vida Nueva. Agosto de 2012
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