PABLO d’ORS | Sacerdote y escritor
“Si el cojo se olvida de que está cojo, puede caminar. Por eso es importante creerse aquello en que nos hemos empeñado…”.
Los verdaderos problemas, a mi modo de ver, son estos: la falta de fe, confianza y convicción; la auto-limitación o recorte de las propias posibilidades; el enjuiciamiento moral, que encajona las cosas; la parálisis del no vivir lo que se presenta; la ceguera a la realidad por superficialidad; la falta de hondura y altura, es decir, de trascendencia; el dar importancia a lo que no la tiene; la ausencia de silencio o conexión con lo que somos realmente; la vida entendida como obligación, no como devoción…
La conversión, también a mi modo de ver, es esta: entender las adversidades como oportunidades o bancos de prueba. Todo lo que sucede es una lección para el aprendizaje.
Todos los dolores físicos, por ejemplo, son una buena noticia: eso significa que tus problemas están en su última fase y, por ende, en vías de su superación total. En mi opinión, enfermamos y nos curamos nosotros mismos: en mis manos están las llaves de mi salud. A mí me sirve poner en voz alta de inmediato lo que me duele, antes de que se enquiste y haga herida. Y repetirme: “No consiento que entre en mí ningún mal; sencillamente, no lo permito”.
Con ello quiero decir que todo está en la mente, y que conviene cultivarla y reforzarla. Si el cojo se olvida de que está cojo, puede caminar. Por eso es importante creerse aquello en que nos hemos empeñado. Pero, ¡cuidado con lo que se desea porque se hace realidad!
Por mi parte, puedo decir que estoy haciendo lo que deseaba hacer, tal era mi anhelo.
En el nº 2.821 de Vida Nueva.