¿Quién escucha a los jóvenes?


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Necesitan que alguien les escuche, pero solo acudimos a ellos para pedirles que hagan bulto o den palmas, perfil mayoritario del joven que hoy se quiere en la Iglesia…”.

Cuatro verbos marcan los objetivos del Congreso de Pastoral Juvenil que se celebra en Valencia: actualizar, impulsar, promover, afrontar. De escuchar no se dice nada, aparte de dar por supuesto que eso es lo que se hará con las tres ponencias principales, las tres expuestas por obispos.

Y, sin embargo, parece algo elemental si se trata de “descubrir nuevos caminos” para evangelizar a los jóvenes, salvo que queramos seguir trillando en fórmulas manidas, de dudoso éxito toda vez que el 50% de los chicos y chicas ya no creen en Dios.

Escuchándoles a ellos (a los que han perdido o no encuentran la fe) se pueden conocer de primera mano las carencias de la Pastoral Juvenil. Para tratar una enfermedad, lo primero que hay que hacer es preguntarle al paciente qué le duele.

No basta con empecinarse en reforzar las bases teológicas (otro objetivo del Congreso) de esa pastoral cuando eso no llenará el vacío que sienten tantos jóvenes y que no saben ponerle nombre porque consideran que “Dios es solo una palabra”. Es más, muchos dicen hoy no creer en el Dios que les enseñaron en el colegio –donde se supone que las bases sí estaban claras (aquí algunos culparán al Concilio…)–, y los hay que, abiertamente, dicen que su problema, más que con Dios, al que han logrado identificar con el amor, es con la institución, a la que ven falta de coherencia, sinceridad y transparencia.

Los hay a los que tampoco les mola esa gente que se declara de Iglesia pero que derrocha intolerancia… Son todos estos ejemplos, respuestas concretas sacadas del vídeo de promoción de este Congreso y que, cada una en sí misma, serviría de base para reflexionar en otros tantos encuentros de este tipo.

No se entiende muy bien que un evento de esta importancia, surgido tras la positiva experiencia de la JMJ de Madrid, no quiera oír de los jóvenes el diagnóstico sobre su problemática relación con Dios y con la Iglesia. Hay mucho sufrimiento y angustia existencial parapetada tras su alejamiento de la fe.

Necesitan que alguien les escuche, pero solo acudimos a ellos para pedirles que hagan bulto o den palmas, perfil mayoritario del joven que hoy se quiere en la Iglesia. ¿Tememos oír algo que no nos guste?

En el nº 2.822 de Vida Nueva.

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