La vida

Pablo d'Ors, sacerdote y escritorPABLO d’ORS | Sacerdote y escritor

“Me entristece que haya muchos que pasen la vida con la mirada puesta en ese tablero pero sin decidirse a jugar jamás…”.

Deseo escribir libros, escalar montañas, jugar con los niños, acariciar a los animales… Sé que es bueno dar la mano a los ancianos, mirar a los ojos de los moribundos, leer historias, encender el fuego… Quiero conversar con mis semejantes, recitar oraciones, celebrar rituales… También construir casas, atravesar desiertos, oler las flores, morder la fruta… Y hacer amigos. Y enterrar a los muertos.

Quisiera conocer a cuantos maestros puedan enseñarme y, si es posible, llegar a ser maestro yo mismo. Y trabajar en escuelas y en hospitales. Y perderme en los bosques. Y correr por las playas. Y mirar el horizonte desde los acantilados. No debo privarme de nada, puesto que todo, bien mirado, es un regalo de la gracia.

La vida es todo menos segura. O se vive o se muere, pero quien decida lo primero debe aceptar el riesgo. Estamos a la mesa, ante el tablero, todo se ha conjurado para que cojamos el cubilete, lo agitemos y echemos los dados.

Me entristece pensar que hay muchos que tienen ese cubilete entre sus manos y que hasta llegan a agitarlo, pero sin permitir que esos dados, juguetones y ruidosos, salgan disparados y rueden sobre el tablero. Y me entristece que haya muchos que pasen la vida con la mirada puesta en ese tablero pero sin decidirse a jugar jamás, muchos que dudan sobre si deberían o no sentarse a la mesa del banquete, dispuesta para ellos; muchos que van al río y no se bañan, o a la montaña y no la suben, o a la vida y no la viven, o a los hombres y no les aman.

La vida es un viaje espléndido y, para vivirla, solo hay una cosa que debe evitarse: el miedo.

En el nº 2.825 de Vida Nueva.

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