JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Cuando el ciudadano contempla cuanto estos días sucede, le sube por el pecho el ardor de insumisión legítima. “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina”, decía Machado. Y se muestra en la indignación no violenta de unos ciudadanos que no pueden estar amordazados.
Hay muchas clases de indignación, no solo la que muestran los acampados de Sol. Una pedrada en la Puerta del Sol mueve ondas concéntricas en toda la laguna de España. Hay indignados entre los tertulianos de bares y cafés; entre los que cada día en las tertulias radiofónicas o televisivas suben el tono de la voz, atrapados por una execrable ideologización.
Sube la indignación. Es como aquellos paquetes de refrescos de nuestra niñez: “Gaseosas El Tigre”. Al sobre blanco, ya disuelto en el agua, se le ponía el sobre azul y subía como la espuma hasta derramarse en la boca.
Los casos de corrupción, lo que están haciendo es ir echando sobre este país ese ardor que no es necesario, pero que puede hacer saltar por los aires la vocación política. Y una situación así fue abono de los grandes mesianismos del siglo XX. La política, el ciudadano y el futuro están en un brete si no hay limpia de verdad.
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- LA CRÓNICA DEL DIRECTOR: La ciudadanía, perpleja ante tanta basura y corrupción, por Juan Rubio
En el nº 2.833 de Vida Nueva.