JOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva
“Leo –en una web– que la ciudad estadounidense de San Antonio (Texas) está a punto de inaugurar su BiblioTech, una biblioteca sin estantes y sin papel…”.
Leo –en una web– que la ciudad estadounidense de San Antonio (Texas) está a punto de inaugurar su BiblioTech, una biblioteca sin estantes y sin papel. Entiendo que salvo los que exija la Administración y la necesaria higiene de los baños, si es que se han contemplado en el proyecto.
Porque este centro solo contará con ordenadores donde consultar las obras requeridas, y lectores de libros electrónicos que los usuarios podrán retirar en calidad de préstamo con aquellos títulos que hayan despertado su interés.
Aclaran sus responsables que este modelo, en previsible expansión, no viene a sustituir a las tradicionales bibliotecas públicas que hoy conocemos, sino que supone una “mejora”.
En nombre de la misma, al menos, hemos asumido que la convivencia entre los soportes impresos y el universo digital es tan inevitable como necesaria. Ahora bien, ¿estamos preparados –a nivel tecnológico, económico, empresarial… y psicológico– para asimilar el siguiente paso? ¿Cómo afrontaremos libres de cualquier nostalgia el desafío de arrojar al fuego del olvido pilas y pilas de papel?
Todo apunta a que el futuro nos conduce a ello, y más vale no resistirse. Sin embargo, a día de hoy, mucho me temo que la respuesta a esas preguntas no la tenga ni Internet.
En el nº 2.833 de Vida Nueva