PALOMA GÓMEZ BORRERO, periodista | Benedicto XVI ha sido cooperador de la verdad y mártir de la transparencia. En su pontificado ha tendido la mano a los lefebvristas y ha abierto, de par en par, las puertas a los anglicanos. Su empeño en la búsqueda de la unidad ha sido constante a lo largo de los ocho años, como también lo ha sido su predicación de la primacía de Dios a través de una liturgia que daba sentido a la oración. Lo vimos en los encuentros con los jóvenes, no solo en las JMJ, sino en todos sus viajes. El Papa ha dado a la oración un protagonismo eucarístico.
Algunos le han criticado que haya abierto el Año de la fe y no lo haya concluido. Pero puede ser esta convocatoria una lección para enseñar a los cristianos que la asignatura pendiente, no solo del mundo, sino también de la propia Iglesia, es la fe. Ha abierto el año como signo elocuente, su sucesor lo proseguirá.
Durante estos años, Benedicto XVI ha demostrado
que es el Papa de las tres virtudes:
el Papa de la fe, el Papa de la valentía
y el Papa de la humildad.
Si a santo Tomás de Aquino se le llama doctor angelicus, a Benedicto XVI bien se le podría llamar “doctor coraje”. Lo ha demostrado al afrontar el escándalo de los abusos sexuales, denunciándolos como “crimen atroz”. Se ha significado por la tolerancia cero y por la transparencia.
Y lo más reciente. Su renuncia al papado la ha llevado con plena libertad; un gesto revolucionario y profético que ha cambiado la historia de la Iglesia y del mundo. Y se ha marchado denunciando el egoísmo, la hipocresía, el carrerismo, la búsqueda de la gloria, el éxito o el poder que desfiguran el rostro de la Iglesia de Cristo.
Durante estos años, Benedicto XVI ha demostrado que es el Papa de las tres virtudes: el Papa de la fe, el Papa de la valentía y el Papa de la humildad.
En el nº 2.838 de Vida Nueva.