MARIO ICETA, obispo de Bilbao | Cuando llegó la noticia de que Benedicto XVI renunciaba al ministerio como sucesor de Pedro, afloraron un sinfín de sentimientos contradictorios: sorpresa, pena, comprensión, afecto, esperanza… Una decisión largamente meditada, tomada en conciencia ante Dios, como ejercicio valiente de libertad y responsabilidad, movido únicamente por el bien de la Iglesia.
Durante su ministerio, nos ha regalado tres magníficas encíclicas: Deus caritas est, Dios es amor, como fundamento de toda vida humana; Spe salvi, en la esperanza fuimos salvados, el rostro verdadero y luminoso de la esperanza; y Caritas in veritate, la caridad en la verdad, una luz que ilumina los diversos factores que han provocado la penosa situación que estamos atravesando y propone caminos para salir de ella.
A su vez, Benedicto XVI nos ha dedicado una hermosa trilogía sobre Jesús de Nazaret, exponiendo con admirable sencillez, sin menoscabar la necesaria profundidad y rigor, los aspectos fundamentales y los episodios centrales de la vida de Jesús.
Una decisión largamente meditada,
tomada en conciencia ante Dios,
como ejercicio valiente de libertad y responsabilidad,
movido únicamente por el bien de la Iglesia.
Sus catequesis de los miércoles en la Plaza de San Pedro son de gran provecho para conocer la genuina tradición. Sus homilías constituyen una preciosa fuente de inspiración para la oración y la predicación, gracias a su unción y su forma novedosa de expresar los contenidos perennes de la revelación y ponerlos en relación con la vida cotidiana.
Todo ello, transido por su modo de ser amable, sencillo, afrontando con fortaleza cuestiones tan dolorosas como los escándalos sexuales de algunos miembros del clero o la traición por parte de colaboradores cercanos.
Su renuncia a desempeñar el ministerio petrino constituye un episodio más que muestra a un Papa que ha querido vivir de cara a la verdad, volcado única y exclusivamente en el servicio a Dios, a la Iglesia y a la humanidad. Gracias de corazón, Santo Padre. Le seguiremos acompañando con nuestro afecto y oración. En el silencio del claustro, siga rogando al Señor por nosotros. Eskerrik asko biotzetik.
En el nº 2.838 de Vida Nueva.
NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: BALANCE DE UN PONTIFICADO