Algunos desafíos para la Iglesia y su pastor

JOSEP M. ABELLA, misionero claretiano |

El Concilio seguirá siendo el punto de referencia fundamental como fuente de renovación eclesial y guía en el diálogo de la Iglesia con el mundo. El nuevo papa seguirá orientando su ministerio desde este marco conciliar. No podría ser de otro modo. Estoy seguro de ello y de que promoverá una fidelidad creativa a la doctrina conciliar.

Dentro de este marco, descubro algunos temas que seguirán estando muy presentes en el horizonte del camino eclesial bajo el cuidado pastoral del nuevo sucesor de Pedro. No cabe duda de que hay muchos más, todos ellos de gran importancia, pero valga mencionar aquí tres de ellos.

Ante todo, se presenta la gran tarea de afianzar la credibilidad de la Iglesia. A la Iglesia se le pedirá transparencia en sus actuaciones e instituciones, cercanía a los pobres y excluidos, una gran pasión por la humanidad y un compromiso fuerte hacia los grandes temas que interesan a la humanidad: la paz, la justicia, la ecología, el respeto a la dignidad de cada persona y de todos los pueblos.

El nuevo papa continuará
los esfuerzos de Benedicto XVI
para que la credibilidad de la Iglesia se afiance
y para que, de este modo, sea realmente transparente
a la presencia amorosa de Dios entre los hombres.

Esto exige tener como único punto de referencia el Evangelio, y todo lo demás, solo “desde el Evangelio” y en cuanto sea capaz de “transmitir el Evangelio”.

Tengo la impresión de que ello va a pedir un ejercicio del ministerio petrino desde una gran sencillez, dando importancia a los gestos y signos que indiquen con claridad el compromiso en este sentido.

La Iglesia se ha visto sometida a fuertes cuestionamientos con relación a su credibilidad. El nuevo papa continuará los esfuerzos de Benedicto XVI para que la credibilidad de la Iglesia se afiance y para que, de este modo, sea realmente transparente a la presencia amorosa de Dios entre los hombres.

Otro tema fundamental es el diálogo en todas sus dimensiones, tanto dentro de la Iglesia como en la multiplicidad de sus relaciones: diálogo ecuménico, diálogo interreligioso, diálogo con la cultura y las culturas.

Espero que el nuevo papa pueda crear espacios dinámicos de diálogo en la Iglesia y que invite a todos a participar en ellos. El Espíritu derrama sus dones gratuitamente sobre quienes se abren a su acción benéfica, y lo hace para enriquecer a la Iglesia y ayudar a todos a crecer en la fidelidad al seguimiento de Jesús y en el cumplimiento de la misión que el Señor confió a su Iglesia. La Iglesia debe encontrar el modo de dar cauce operativo a un diálogo que implique verdaderamente a todos, ministros ordenados y laicos, religiosos y seglares.

También espero que se dé continuidad y profundidad al diálogo ecuménico e interreligioso. La unidad de los cristianos tiene mucho que ver con la eficacia en el anuncio del Evangelio. El diálogo sincero y abierto entre todos los que creemos en Dios y buscamos su rostro y su voluntad es una condición indispensable para dar credibilidad al compromiso de las religiones en favor de la humanidad.

Espero que el nuevo papa
pueda crear espacios dinámicos
de diálogo en la Iglesia
y que invite a todos a participar en ellos.

Y, finalmente, la cuestión del diálogo con el mundo, que supone saber hacerse vulnerable a las preguntas de los demás y estar abiertos a su sabiduría y búsquedas. Exige amar profundamente al mundo. Es importante promover un humanismo que abra nuevos horizontes a la humanidad y ayude a construir una cultura que tenga como fundamento la verdad y la caridad.

Espero que el papa, con su magisterio y con sus iniciativas, nos anime a todos a caminar por estas sendas. La “cordialidad” será una característica de este ministerio en favor de toda la Iglesia y del mundo.

Por último, otro rasgo importante será el cuidar tanto la comunión eclesial como la subsidiaridad. La Iglesia es un misterio de comunión y el papa es el signo visible de esta comunión.

Él nos convoca a la unidad en torno al único Pastor, Cristo. Ahora bien, la Iglesia vive en un mundo plural, rico de tradiciones culturales diversas y, por ello, ha de saber encarnarse en cada lugar. Ha de saber reconocer allí la presencia de Dios e iluminarla con la luz del Evangelio, interpretarla desde la Palabra de Dios y desde el Misterio del Verbo encarnado. De ahí nacen multiplicidad de expresiones de la fe y de organización eclesial.

Esperamos un papa que nos ayude a vivir la comunión, a sentirnos todos unidos en Cristo, fieles a su Palabra y a la misión que nos ha confiado; pero un papa que invite también a enraizar el mensaje de Jesús en el corazón de cada cultura y que sepa crear los espacios de libertad evangélica necesarios para ello. Promover la subsidiaridad hace posible una comunión más profunda, una unidad mucho más responsable.

En el nº 2.839 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE

ESPECIAL WEB: CÓNCLAVE 2013

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