Francisco José ANDRADES LEDO, Universidad Pontificia de Salamanca |
El nuevo pontífice tiene ante sí la tarea de continuar animando la nueva evangelización iniciada por sus dos inmediatos antecesores. Esta tiene que poner en el centro de la vida cristiana el encuentro con Dios y la opción por la persona de Jesús antes que cualquier otra preocupación eclesial.
La búsqueda de Dios y la necesidad de encontrarlo en los avatares cotidianos de la vida debe alentar la evangelización en estos momentos en que el hombre parece tan olvidado de Él, aunque tan necesitado al mismo tiempo de dar sentido a su vida desde opciones que le haga sentirse plenamente realizado en su interioridad y en su relación con lo que le rodea.
Para llevar eso a cabo, debe animar una relectura teológica del Vaticano II como acontecimiento eclesial del Espíritu. La comunión trinitaria y su repercusión en una eclesiología de comunión llevan a favorecer todo lo que afecta a la unidad en la diversidad.
Fomentar los vínculos internos de comunión,
la ejemplaridad de vida y
la coherencia entre la fe confesada y la fe vivida,
será el signo principal de credibilidad eclesial
para el hombre contemporáneo.
Fomentar los vínculos internos de comunión –con Dios y de los hombres entre sí–, la ejemplaridad de vida y el testimonio cristiano expresado en el amor a los demás, esto es, la coherencia entre la fe confesada y la fe vivida, será el signo principal de credibilidad eclesial para el hombre contemporáneo. La renovación interna de la Iglesia en todo aquello que pueda perjudicar este fin también debe ser afrontada.
Al ser signo de la presencia del Reino de Dios en el mundo, y en continuidad con la encarnación de Cristo, la Iglesia debe estar muy cercana a las personas que sufren no solo la pobreza material, sino también a quienes experimenten el dolor personal y la incomprensión: inmigrantes, personas afectadas por problemas laborales y/o de convivencia, matrimonios divorciados, las que padecen desajustes y desequilibrios emocionales y psicológicos, personas homosexuales, personas en soledad y en búsqueda de sentido…
La presencia y el compromiso en otros espacios públicos donde la vida del hombre es puesta en cuestión, porque no es valorada lo suficiente en su conjunto, es otra acción que hay que impulsar. El compromiso ciudadano y político, la universidad y la educación, la cultura y la justicia, la sanidad y el desarrollo de los pueblos, la familia y el ámbito de la empresa, el contexto de las relaciones internacionales y la defensa de los valores ecológicos hablan de la necesidad de experimentar la presencia del Dios Padre de Jesucristo en ellos.
La promoción de la rica enseñanza social de la Iglesia tiene que servir para alcanzar este objetivo querido por Dios para el hombre de hoy.
En el nº 2.839 de Vida Nueva.
NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE