Mª DEL PINO JIMÉNEZ GARCÍA, presidenta general de la HOAC |
Ante la elección del nuevo pontífice, habría que señalar que más importante que la persona que en un momento determinado haya de asumir el ministerio de Pedro, es que este ministerio imprescindible pueda ser realizado para el bien de la Iglesia y, por tanto, para el bien de la humanidad.
Una Iglesia que, con el paso de los siglos, ha llegado a abarcar todos los continentes, no puede menos que reinventar, desde la fidelidad al Evangelio y para los nuevos tiempos, la manera “práctica” de llevar a cabo el ministerio petrino, el ministerio del siervo de los siervos de Dios.
Tal cometido será tarea del nuevo papa, al que no va a faltarle la ayuda del Espíritu y de todo el Pueblo de Dios. Se nos han pedido algunos rasgos que nos gustaría que tuviese; aquí van algunos:
- Enamorado de Jesús, como Pedro, que nos haga amar a la Iglesia, que es comunión y Pueblo de Dios.
- Pobre y humilde, como Jesús, que dialogue con el mundo moderno desde la opción radical por los pobres. Opción que haya nacido en él por un encuentro personal con el Dios evangélicamente trinitario.
- Que, como Jesús, sepa amar y dejarse amar, enamorado de su tiempo, al que conoce, al que se acerca, al que comprende, al que sirve.
- Que, conociendo personalmente el mundo obrero (como el carpintero de Nazaret y el pescador de Galilea), reconozca la centralidad del trabajo para la vida humana y proclame la excelsa dignidad de las y los trabajadores que hacen posible la vida para todos y todas.
- Que nos saque de una religión hecha a la medida de cada uno y nos haga volver la mirada hacia las víctimas de un sistema económico y social que funciona como una ideología homicida, contraria a la verdad del Evangelio.
- Que sienta la pasión de los que sufren y el grito de la Tierra devastada por la voracidad consumista. Un hombre libre, de profunda bondad y misericordia: tierno con los humildes y con la firmeza para denunciar a los que promueven la explotación y hacen de la violencia y de la guerra instrumentos de dominación.
- Que cuyo único título sea ser “siervo de los siervos de Dios”, por lo que hará desaparecer de la Iglesia las distintas adherencias que, a lo largo de la historia, se han ido adquiriendo y nos dificultan ser Iglesia de los pobres, ya que no hay más honor que ser hijos e hijas de Dios.
Mientras dure el cónclave, y puestos a soñar, por ahí irían los rasgos del papa que querríamos. Una vez elegido el nuevo papa, él será nuestro papa, como no puede ser menos, con sus propios rasgos y maneras.
En el nº 2.839 de Vida Nueva.
NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: PREPARANDO EL CÓNCLAVE