JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Escribo desde Roma a las pocas horas de la sorpresa, tras conocer que el cardenal Jorge Mario Bergoglio es el nuevo papa, pero escribo con la fuerza de la emoción que la sorpresa tiene. Tiempo habrá de una valoración más detallada la semana que viene, cuando Vida Nueva salga con todo lujo de detalles sobre el papa Francisco. Lo dije en su día. Necesitamos un papa monje, es decir, un papa que conozca, valore y aliente a la Vida Religiosa.
- ESPECIAL: Papa Francisco
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Un papa que nos lleve al desierto para renovarnos en el interior, para vivir más pendientes del Espíritu que de las componendas humanas, con más cartografía del espíritu que geopolítica.
Un papa que venga del continente con el mayor número de cristianos, el continente americano. Un papa que esté alejado de los influjos curiales, que ofrezca una imagen de cercanía. Un papa que sepa acercarse a la humanidad doliente y la ayude a curar las heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza. Esto dijo Pablo VI cuando acabó el Vaticano II, y refiriéndose a él. Un papa que rompa con aquello que puede oscurecer la imagen.
Su salida al balcón de la basílica en la fría y lluviosa tarde romana era todo un presagio. Se reivindicó como obispo de Roma, mostró su pectoral de plata, apareció con su blanca sotana y se inclinó ante el pueblo al que iba a servir pidiendo que rezáramos por él, como Juan XXIII en su discurso de la luna. Impresionante gesto, sereno semblante y palabras sencillas.
Hombre libre, carismático,
interior, con gestos desbordantes,
con amplio conocimiento de la Curia
desde la parte más alejada del continente,
el papa Francisco no va a dejar
indiferente a nadie. Estamos convencidos.
El cardenal de Buenos Aires, amigo de esta casa, Jorge Mario Bergoglio, ya está en la sede de Pedro, y bien que nos alegra a quienes siempre lo quisimos y le agradecemos la confianza puesta en esta revista en nuestro aterrizaje porteño el pasado octubre, en el que nos acompañó y alentó.
Una agradable sorpresa. Los cardenales lo han elegido para renovar la Iglesia, recordando su detalle en el cónclave de 2005, cuando retiró sus votos para que Ratzinger fuera elegido. Benedicto XVI, retirado tras su gesto impresionante, ha buscado la renovación de la Iglesia desde el pensamiento. Bien está que ahora, Francisco, con la fuerza simbólica de este nombre y su impresionante perfil de pastor, la renueve desde lo esencial.
Ambos, con los votos de sus hermanos, la confianza de la Iglesia, remarán, uno desde la oración y el silencio, y otro desde el ministerio activo, para que esta nave sea significativa en el mundo y siga respondiendo a los retos de dentro y de fuera.
Hombre libre, carismático, interior, con gestos desbordantes, con amplio conocimiento de la Curia desde la parte más alejada del continente, el papa Francisco no va a dejar indiferente a nadie. Estamos convencidos.
Ahora tiene el difícil reto de renovar esa Curia, seguir con las labores de limpieza de su antecesor y continuar buscando la manera de llevar a cabo el apasionante desafío que supone la nueva evangelizacion. Un hombre que, como Juan XXIII, va a dar muchas sorpresas.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
- A RAS DE SUELO: Ha ganado la Iglesia, por Juan Rubio
En el nº 2.840 de Vida Nueva.