ANTONIO SPADARO | Director de La Civiltà Cattolica
“Al papa Francisco le interesa sustancialmente una cosa: la apertura de la Iglesia, la salida de una posible condición de ser autorreferencial…”.
El papa Francisco, desde su primer encuentro con la gente que lo aclamaba inmediatamente después de su elección al pontificado, ha impuesto un estilo comunicativo sobrio y sencillo, pero extremadamente eficaz. Sus frases son breves, con ritmo y decididas, pero pronunciadas con la dulzura natural del acento argentino.
Su objetivo parece ser una comunicación que cree contacto directo con quien escucha, implicándolo el máximo posible en el evento de la comunicación. Un ejemplo de ello es el silencio en la oración que pidió a todos y al que él mismo se unió antes de dar la primera bendición Urbi et Orbi: implicó a todos en un mismo gesto.
Su sobriedad ha hecho pensar a algunos que está decididamente lejos de los llamados “nuevos medios de comunicación” y, a veces, erróneamente entendidos como expresión de una “novedad” multitudinaria.
En realidad, al papa Francisco le interesa sustancialmente una cosa: la apertura de la Iglesia, la salida de una posible condición de ser autorreferencial. Le interesa, por tanto, la comunicación auténtica, capaz de crear puentes.
Dijo en una entrevista muy reciente al Vatican Insider: “Si la Iglesia permanece cerrada en sí misma y es autorreferencial, envejece. Entre una Iglesia accidentada que sale a la calle y una Iglesia enferma y autorreferencial, prefiero sin duda la primera”.
Estas calles son las calles del mundo, donde la gente vive, donde se puede llegar a ella de forma efectiva. Son las fronteras de nuestro tiempo, tan radicadas en la misión y en el carisma de la Compañía de Jesús, como Pablo VI y Benedicto XVI confirmaron. Entre estas calles, para el papa Francisco están también las digitales.
De hecho, afirmó en la citada entrevista: “Buscamos el contacto con las familias que no frecuentan la parroquia. En lugar de ser solo una Iglesia que acoge y que recibe, tratamos de ser una Iglesia que sale de sí misma y que va hacia los hombres y las mujeres que no la frecuentan, que no la conocen, que se han ido, indiferentes. Organizamos misiones en las plazas públicas, en las que se reúne mucha gente: rezamos, celebramos la misa, proponemos el bautismo que administramos después de una breve preparación. Es el estilo de las parroquias y de la misma diócesis. Además de esto, tratamos de llegar a las personas que se encuentran lejos mediante los medios digitales, la Red y los mensajes cortos”.
De estas expresiones podemos tal vez intuir la visión que inspirará al papa Francisco a tomar decisiones sobre la comunicación entendida como puente para alcanzar a las personas.
En el nº 2.845 de Vida Nueva.