Una obra de Pablo R. Andiñach (Verbo Divino, 2012). La recensión es de F. J. Navarro
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Título: Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento
Autor: Pablo R. Andiñach
Editorial: Verbo Divino, 2012
Ciudad: Estella
Páginas: 592
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F. J. NAVARRO | A lo largo de casi 600 páginas, Pablo R. Andiñach nos ofrece herramientas y orientaciones para poder sumergirnos en un texto tan lejano a nosotros en el tiempo y en la cultura como el Antiguo Testamento. Andiñach es, por encima de todo, profesor. Imparte clases de Antiguo Testamento en el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET) en Buenos Aires. Junto a esta labor docente, pronuncia conferencias sobre Sagrada Escritura por todo el mundo y ha publicado en editoriales muy conocidas. Su contacto y sensibilidad hacia las diferentes confesiones religiosas, tanto cristianas como judías, hacen de su libro una obra con claro carácter interreligioso.
La estructura de esta Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento encuentra su justificación en el hecho de que no existe un texto canónico como tal, y sí se han establecido diferentes cánones de libros según cada confesión religiosa. Las secciones III, IV, V y VI corresponden, una a una, a cuatro conjuntos de libros aceptados por todos, aunque nombrados de forma diversa: el Pentateuco, Libros Históricos, Libros Proféticos y Sapienciales. La sección VII comenta los libros llamados deuterocanónicos por la Iglesia católica, además de los libros apócrifos como el Salmo 151, el libro primero de Henoc, la Oración de Manasés y los libros tercero y cuarto de Macabeos.
En relación al texto, hace una reflexión de la historia de la fijación del mismo, partiendo de las versiones del Pentateuco en protohebreo, para llegar a las últimas traducciones al castellano, pasando por las versiones arameas, griegas, hebreas y latinas que se han gestado a lo largo de los siglos.
La forma en que nuestro autor aborda el comentario de las distintas secciones y libros del AT responde a su principal preocupación ya reflejada en el título: el interés hermenéutico; es decir, el texto del Antiguo Testamento debe ser significativo para el lector actual.
Dentro de cada sección, Andiñach analiza aspectos relevantes de la misma, para después pasar al análisis de cada libro, donde el autor comienza ofreciendo los datos históricos necesarios para una lectura crítica del texto; a continuación, realiza un estudio de la estructura de la obra y de sus características literarias; seguidamente, valora la posición del libro en el canon y cuál es el valor de este dato; según el caso, analizará diferentes personajes, tramas o ejes teológicos del libro, para realizar, finalmente, un comentario del contenido del libro a partir de su estructura.
Universo simbólico
En la sección I, Andiñach aclara el porqué de esta metodología: va a realizar un análisis desde la perspectiva hermenéutica. La corriente hermenéutica no pretende tanto llevar a cabo un análisis literario de los textos, sino que es más bien una comprensión de la naturaleza del hombre y de su entorno, es más antropología que lingüística. La filosofía que subyace a esta obra es el pensamiento hermenéutico de Paul Ricoeur. De ahí que, para zambullirnos en los textos del Antiguo Testamento, tan lejanos en el tiempo a nuestra cultura, debamos en primer lugar hacerlos significativos.
Esto exige una aproximación al universo simbólico del autor o autores del texto. Es lo que Andiñach denomina el “detrás del texto”. Interpretar desde “detrás del texto” exige un acercamiento a los diferentes estratos redaccionales del mismo. Hay que considerar el contexto histórico, cultural y religioso de cada momento para entender que dicho texto es la lectura creyente que una comunidad hace de su propia historia.
Sin embargo, el autor evita el error de considerar que los estratos más antiguos son los que contienen el sentido auténtico. Cada estrato es significativo, pues las diferentes relecturas y modificaciones del sustrato primero tienen intencionalidad teológica.
El siguiente paso es el análisis del texto “en sí mismo”. Consiste en realizar un estudio lingüístico del texto en su estado final en diferentes dimensiones: una profunda y otra superficial. El análisis profundo lleva a identificar distintos ejes significativos del texto: ejes teológicos, escenarios, personajes… Un análisis de la superficie del texto nos conduce a analizar la estructura del texto, los géneros literarios utilizados…
Una vez que el sentido del texto se va esclareciendo para el lector, se produce el encuentro entre ambos interlocutores: el texto y el lector, y se inicia con ello la fase hermenéutica propiamente dicha: el “delante del texto”. El sentido del texto interpela el horizonte de sentido del lector, originándose el “círculo hermenéutico”: nuestra experiencia vital es problemática y nos plantea interrogantes.
Estos interrogantes desbordan nuestra comprensión teológica de la realidad y, si queremos elaborar una teología viva, inevitablemente debemos reelaborar continuamente nuestros posicionamientos teológicos. Esta tarea comienza por dirigir nuestro corazón anhelante de Dios a la Sagrada Escritura, y el texto se encuentra con nosotros emergiendo de él nuevos sentidos significativos para el lector en su situación vital. Desde este diálogo con Dios a través de su Palabra, reelaboramos nuestra teología y emprendemos una comprensión renovada de nuestra realidad ya esclarecida, pero no exenta de problematicidad. El torrente vital planteará nuevos problemas, que harán que el “círculo hermenéutico” vuelva a comenzar de nuevo.
Concluimos, pues, que el autor ofrece herramientas suficientes y muy apropiadas, sin abandonar nunca el nivel divulgativo, que facilitan el que cualquier lector que tenga entre sus manos páginas del Antiguo Testamento encuentre en ellas no un texto trasnochado, sino la misma Palabra de Dios que le habla al corazón.
En el nº 2.847 de Vida Nueva.