JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Un lobby es un colectivo con intereses comunes, afinidades ideológicas, estrategias similares. Se busca influir en decisiones y llegar a ser “amos del amo”. Cuentan con apoyos externos, cercanos a los centros de poder que intentan conquistar con zancadillas, codazos y calumnias.
En inglés, la palabra significa “sala de espera”, pero su traducción más castiza al castellano es “cabildeo”. Eran los grupos que, en las antesalas de las cortes reales o papales, montaban estrategias para regar el oído del amo e influir en sus decisiones.
Siempre hubo en la Iglesia española este tipo de lobbies queriendo imponer doctrinas de cabecera en dosis de supermercado. Buscan apoyos en los superiores y rebuscan argumentos en los textos pontificios. Aprendieron mucho de teología, pero suspendieron en misericordia.
Insensibles al desaliento, eliminan, tachan, aúpan creyéndose los únicos “puros”, con un “mesianismo” sordo a la riqueza plural. Hoy en España, este “lobby episcopal” existe, aunque no es muy numeroso y, gracias al cielo, poco significativo, pese a que hagan demostraciones de fuerza. No diré sus nombres. Ellos se encargan de esculpirlos en los periódicos.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
- LA CRÓNICA DEL DIRECTOR: El derecho de apelar a Roma, por justicia y por caridad
En el nº 2.849 de Vida Nueva.