Marujas

José Luis Celada, redactor de Vida NuevaJOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva

“Esos jefes, los mismos que anunciaron un ERE en el diario, prefieren pagar a cuatro marujas del corazón…”.

Desde esa definición despectiva y coloquial que recoge la Real Academia Española como “ama de casa de bajo nivel cultural”, el término maruja ha enfilado la pendiente del descrédito hasta transformarse en sinónimo de otra acepción de uso ya generalizado: cotilla. Sin embargo, aquella “persona amiga de chismes y cuentos” ha alcanzado hoy la categoría de “profesional” –y muy bien remunerado, por cierto– en diversos medios de comunicación.

Recurro a esta paradoja para reivindicar desde aquí la figura de otra Maruja, de apellido Torres, durante más de tres décadas colaboradora habitual de El País, y que acaba de romper su relación contractual con uno de los buques insignia del Grupo Prisa. No me incluyo entre los seguidores de la autora de Mientras vivimos (2000) o Esperadme en el cielo (2009), pero que no aprecie su condición de novelista no me impide reconocer la trayectoria periodística de esta barcelonesa de afinado olfato y pluma certera.

“No me digan nada de los trabajadores. Piensen en los jefes. Y en todo lo que han tenido que traicionar un día tras otro. Los pobres”, escribía hace poco más de medio año en una de sus columnas semanales. Esos jefes, los mismos que anunciaron un ERE en el diario, prefieren pagar a cuatro marujas del corazón que soportar las verdades de la Torres. Así le va a este oficio… y a este país.

En el nº 2.849 de Vida Nueva.

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