JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Al filósofo y escritor alemán Goethe hay que leerlo con frecuencia. Su Poesía y verdad es buen libro de cabecera para leer sin prisa, con serenidad, anotando, lápiz en mano, grandes verdades del alma. Hace poco le leí esto: “La juventud quiere mejor ser estimulada que instruida”. Y pensé que en este nuestro país, tan dado a las instrucciones políticas y morales, es más frecuente la instrucción que el estímulo.
- A RAS DE SUELO: Y la Iglesia, ¿qué hace?
No se les estimula cuando se les deja marchar a trabajar a otros lugares en esta vergonzosa fuga a la que estamos asistiendo en los últimos años. No se les estimula con contratos basura y llenos de trampas. No se les estimula negándoles el pan y la sal y robándoles la ilusión de un primer puesto de trabajo. No se les estimula con políticas de empleo que les vuelven máquinas solamente. No. No es ese el camino. Más estímulo y menos moralina.
Cada vez es mayor el número de jóvenes que se marchan a trabajar, a estudiar, a vivir, a sobrevivir… hastiados de un país en el que no se cuenta con ellos, en el que prima lo grisáceo sobre la excelencia y en donde no hay un lugar para su saber hacer. Se les arrincona y se les toma poco en serio.
Alemania, Francia, Inglaterra, México, Brasil… son lugares de destino para una generación bien preparada. Al menos, el presidente italiano ha tenido la vergüenza torera de pedir perdón a los jóvenes que tienen que marcharse de Italia. Nosotros, ni eso. Hasta aquí, el dato.
Es el colectivo más castigado por el desempleo.
Se van, dejando una España sin su savia, sin su imaginación.
No es ya solo que se les niegue un derecho fundamental,
sino que se les está robando una ilusión.
Es el colectivo más castigado por el desempleo, que bate nuevos récords (57%) con las cifras más altas de la UE. Marcharse de España parece la única alternativa frente a las medidas del Gobierno, que ahondan en la precariedad y temporalidad de los contratos. Como lo hicieron en otros momentos históricos, como sucedió tras la II Guerra Mundial, a aquella Europa de escombros.
Se van, dejando una España sin su savia, sin su imaginación, sin su joven nervio. No es ya solo que se les niegue un derecho fundamental, el del trabajo, sino que se les está robando una ilusión. Creo que fue Kofi Annan quien dijo que “una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras: está condenada a desangrarse”. Sea él o no, es una gran verdad, una triste verdad, rubricada cada día que salen estadísticas.
Y la pregunta lacerante es qué se puede hacer para que vuelvan, qué se puede idear para que aquí encuentren su futuro y qué hacer para que podamos recuperar sus conocimientos. Es verdad que en un mundo globalizado en el que hay más intercambios, sería más posible esta comunicación, dejando aislado el excesivo nacionalismo, pero mal lo tienen para volver quienes les cuesta horrores sobrevivir, buscar vivienda, alimentarse, pero sobre todo, recuperar la ilusión.
Menos sermones y más ilusión. Más posibilidades para que puedan demostrar su valía en una sociedad tan descaradamente vaga que premia a los holgazanes y manda al exilio a gentes con muchas ganas de trabajar.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
En el nº 2.851 de Vida Nueva.
LEA TAMBIÉN:
- LA CRÓNICA DEL DIRECTOR: El éxodo juvenil, una sangría dolorosa, por Juan Rubio