JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Moría hace unos días Alejandro Fernández Pombo, adalid de un periodismo de aquellos años en los que había que lidiar entre información y propaganda. Un profesional creyente, un hombre afable, cargado de sentido común y apasionado de la verdad. En esta casa colaboró frecuentemente.
No quiere ser este suelto un obituario, sino un agradecimiento por su vida y labor. Su perfil humano y profesional es alentador por su entrega a la verdad, su mano izquierda en momentos delicados y su responsable testimonio cristiano cuando ser cristiano en los medios era algo caduco y anticuado.
Alejandro sintió siempre la tarea periodística desde la clave de la verdad y la caridad. Contar historias y comunicar valores. Contar historias que abrieran horizontes y no historias que sirvieran de lanzas. A él le tocó lidiar en momentos complicados un periodismo que no fuera propaganda, sino servicio a la verdad. Y eso le costó disgustos, muchos disgustos en momentos de penurias económicas en la prensa católica. Pero siempre estuvo ahí sonriente, positivo, mirando el vaso medio lleno. Y alentando a las nuevas generaciones.
Gracias, Alejandro, por tu vida y por tu pasión por la verdad.
director.vidanueva@ppc-editorial.com
En el nº 2.857 de Vida Nueva.
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