Un libro de Gabino Uríbarri, SJ (ed.) (Sal Terrae, 2013). La recensión es de Alfonso Novo
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Título: El corazón de la fe. Breve explicación del credo
Editor: Gabino Uríbarri, SJ
Editorial: Sal Terrae, 2013
Ciudad: Santander
Páginas: 128
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ALFONSO NOVO | Múltiples son las iniciativas organizadas con motivo del Año de la fe, y entre ellas se encuentra este libro, que recoge cuatro conferencias pronunciadas por sendos profesores de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. El número no es casual, ya que el primer capítulo está dedicado a la fe en general, mientras que los otros tres se ocupan respectivamente de cada uno de los tres grandes artículos del credo.
Pedro Rodríguez Panizo, a partir de la fórmula “conversión del corazón a Dios” de san Bernardo, ofrece sugerentes pinceladas de la complejidad del creer, que abarca niveles tan variados como la profesión, la reflexión, la vivencia o la creación artística. Toda esta riqueza deriva de que la fe es entrega libre y no alienada del hombre entero a Dios.
La explicación del primer artículo del credo corre a cargo de Ángel Cordovilla, quien no se limita a discurrir sobre la paternidad de Dios, sino que ofrece también algunas pinceladas de teología trinitaria. Aun reconociendo las dificultades que el lenguaje paterno puede tener hoy para hablar de Dios, por razones psicológicas, sociológicas y metafísicas, la validez de esta figura se apoya en la experiencia singular que Jesús tiene de Dios y que ha manifestado no solo con sus palabras, sino más aún con sus acciones, su vida y su destino, particularmente en su resurrección. Dios, sin dejar de ser misterio incomprensible, es, a la vez, don inagotable y amor omnipotente, principio y fin de la historia humana.
Gabino Uríbarri, además de coordinador de la publicación, es el encargado de exponer la fe en Jesucristo. ¿Cómo es posible que desde la predicación de Jesús se llegase a la elaboración de la doctrina cristológica? A partir del impacto que provocan la predicación y las actitudes de Jesús, pasando por la interpretación de su muerte desde el plan de Dios, las experiencias del Resucitado, la relectura cristológica de las Escrituras y el primer kerigma, en los evangelios confluyen lo confesional y lo biográfico.
Los credos primitivos conservan el interés biográfico por Jesús, aunque condensado en algunos puntos fundamentales. Muy pronto los cristianos tributaron culto al Señor exaltado, asociándolo al ámbito de lo divino, pero sin entrar en concurrencia con el mismo Dios. Desde la afirmación de su poder escatológico se llega al reconocimiento de su poder protológico: aquel que Dios ha sentado a su derecha es el mismo que desde el principio estaba junto a Dios.
Por último, Nurya Martínez Gayol aborda lo que, de entrada, se antoja como el punto más difícil: el Espíritu Santo. En línea agustiniana, el Espíritu aparece como el “nosotros” del Padre y del Hijo, “el amor del Padre y del Hijo hecho persona”. Si difícil es definir la “personalidad” del Espíritu, no más fácil fue establecer su divinidad.
La autora consagra varias páginas a este punto, sobre todo al análisis de la fórmula del credo de Constantinopla, aunque sorprende un poco que no dedique atención a la cuestión de por qué un concilio que quiere enseñar la divinidad del Espíritu no utiliza, como sí había hecho Nicea respecto al Hijo, los términos “dios” y “consustancial”.
El Espíritu se manifiesta en su acción, y se señalan en particular la creación, la unidad, la vida (filial), la santidad, la libertad, la verdad y la consumación. Termina el capítulo con un apartado dedicado a la Iglesia.
El libro cumple su objetivo: ofrecer una breve explicación del credo, y no se le puede exigir lo que no pretende. Pese a su estructura, requerida por el propio credo, no es una introducción a la teología trinitaria, pues para ello sería fundamental tratar específicamente conceptos como sustancia o persona; pero sí ofrece una enjundiosa lectura para este Año de la fe.
En el nº 2.858 de Vida Nueva.