Un libro de Antonio Ávila Blanco (PPC, 2013). La recensión es de Jesús Sastre García
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Título: Madurez, sentido y cristianismo
Autor: Antonio Ávila Blanco
Editorial: PPC, 2013
Ciudad: Madrid
Páginas: 235
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JESÚS SASTRE GARCÍA | El título del libro es sugerente por el tema que aborda: la madurez cristiana y su relación con la madurez humana. En la introducción, Antonio Ávila nos indica el hilo conductor del mismo: la relación entre crecimiento y madurez personal. Añade, además, que tiene una intención pastoral, pues intenta contestar a los principales interrogantes que se hacen los lectores sobre el tema, cuestiones a las que el autor responde con sobrada competencia profesional y experiencia pastoral.
Dicho hilo conductor es más lineal que circular, con una mayor profundización en los aspectos psicológicos de la madurez personal. Ese tratamiento lineal, por el que opta el autor, es claro, preciso y avanza paso a paso. Ahora bien, el aspecto específico –la madurez cristiana–, que es el centro de la cuestión, queda para el final como ámbito al que se aplican los dos elementos anteriores: madurez y sentido.
Esto tiene la ventaja de exigir a la vivencia de la fe los parámetros que permitan afirmar que esa fe es liberadora, y no alienante. Ahora bien, la perspectiva de cómo la fe en Jesús de Nazaret ayuda y potencia la realización humana está aquí menos desarrollada. No es fácil atender ambas perspectivas, pero el autor ha optado por una de ellas y la ha sacado todo el rendimiento.
El libro consta de ocho capítulos: cinco dedicados al tema de la madurez humana, dos al sentido de la vida y dos a la relación fe y sentido. El último de ellos tiene un título sugerente: “El ‘discipulado’ como la categoría que denomina el sentido en el cristianismo”.
Este capítulo postrero está estructurado desde el esquema bíblico del discipulado como proceso: llamada, seguimiento y envío-misión. Quizá se podría haber completado con unas claves espirituales y pastorales, para que el lector o el pastoralista puedan manejar mejor lo que tiene que ir “pasando por dentro” en las etapas del seguimiento de Jesús. El paso de la teoría a la praxis es más complicado de lo que parece, porque no se trata de una simple cuestión aplicativa.
El libro se lee bien, es muy claro y sistemático, y puede ser una excelente ayuda para el acompañamiento personal. Uno de sus elementos más valiosos es la visión global de las aportaciones más importantes de la psicología a la maduración personal. Al final de cada capítulo, hay un breve resumen que funciona como puente entre el capítulo anterior y el siguiente y ayuda a mantener el hilo conductor de la obra. También la bibliografía está muy bien elegida y ayuda a ampliar los contenidos concretos del texto.
En el nº 2.858 de Vida Nueva.