Entrevista con el autor de ‘La educación (com)partida’ (PPC)
J. LORENZO | Profesor universitario y psicólogo, en Luis Fernando Vílchez se advierte enseguida la vocación docente, que es mucho más que impartir clase. Se trata de saber transmitir un legado, que antes ha sido custodiado por otros y que, en el caso de los buenos educadores, acaba enriqueciéndose con la impronta de una vida de reflexión y búsqueda de sentido. Esa que hallamos en estas páginas.
PREGUNTA.- ¿Qué sentido tiene la educación?
RESPUESTA.- Ayudar a que los educandos se construyan como personas, equilibradas, libres, autónomas, responsables, capaces de convivir con los demás. Aunque relacionadas, educación e instrucción no son lo mismo. Esta se refiere a la adquisición de saberes y competencias, y de ella se ocupa la escuela. De la educación han de ocuparse escuela, familia y sociedad, y tiene un sentido permanente, no en función de épocas y circunstancias como los sistemas educativos y su articulación.
P.- Usted enfatiza el poder transformador de la educación. ¿Qué hacer para su mejora?
R.- Ese poder se deduce de su misma naturaleza y de la experiencia. Mediante ella, las personas desarrollan sus potencialidades, asumen valores para la vida, las dificultades de aprendizaje se superan y se corrigen conductas desviadas. La buena educación no da a nadie por perdido. La educación en España tiene problemas, unos reales, otros exagerados, junto a logros reconocibles. La forma de devolver al sistema educativo dosis de esperanza y estima es introducir mejoras clave: abandono del partidismo político en las decisiones, análisis riguroso de los problemas, búsqueda de consensos pedagógicos, preparar y seleccionar bien a los profesores, potenciar su formación continua, comunicar lo positivo que también tiene la educación aquí, dotar de medios a la escuela e implicar a la sociedad civil.
P.- ¿Afectan los recortes económicos en educación?
R.- Evidentemente, afectan. Para las mejoras educativas se necesitan medios, no recortes. Los países punteros en educación le dedican, entre otras cosas, más y mejores medios. Quiero, además, resaltar que recortar en investigación básica es un despropósito, implica paralizar la secuencia investigadora de un país, con consecuencias negativas a corto y largo plazo, también para la educación.
P.- ¿Ha bajado la estima de la sociedad hacia el profesor?
R.- Hoy no goza de aquella aureola que tenía el “maestro de toda la vida”. Pero la inmensa mayoría de los padres y madres respetan y valoran a los profesores de sus hijos. Otra cosa son discursos tendenciosos que contribuyen a su desprestigio, con imágenes distorsionadas en los medios, o desafortunadas manifestaciones de algunos políticos. Flaco favor se hace así a la educación.
P.- ¿Qué es la educación (com)partida?
R.- El título incluye el mensaje: caminar desde una educación partida a una compartida. La educación está dividida por el partidismo político, no se llega a consensos básicos y cada Gobierno de turno impone su ley; está partida por un pragmatismo mal entendido y una parcialización excesiva de los saberes, faltando un sustrato global y humanista en las propuestas de la escuela; partida, porque familia y escuela caminan como en paralelo sin encontrarse; partida, porque no llega a ser asumida por la sociedad como propia; aquí no hay debates profundos sobre los temas educativos, que calen en la sociedad. Frente a eso, la educación compartida se entiende como tarea de todos, familia, escuela, sociedad; incluye las propuestas de mejora ya señaladas y se enfoca como reto común ante la incertidumbre y complejidad de los nuevos contextos sociales.
En el nº 2.864 de Vida Nueva