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Título: Europa en el parabrisas
Autor: Robert Byron
Editorial: Editorial Confluencias, 2012
Ciudad: Almería
Páginas: 228
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ÁLVARO MENÉNDEZ BARTOLOMÉ | Desde la Editorial Confluencia nos ofrecen una colección dedicada al británico Robert Byron (1905-1941), compuesta de siete títulos consagrados a la literatura de viajes, entre los que destacan El legado bizantino y Viaje a Oxiana, pertenecientes a una serie que se inicia con el libro que aquí presentamos.
Si hay algo que agradecer en esta obra, ya desde un principio, es su simplicidad: “Este libro no tiene pretensiones literarias”, advierte Byron en el encabezado. De hecho, si algún propósito hay en él, no es otro que el de ayudar a comprender, a partir de un periplo realizado por tres jóvenes, qué conciencia europea nace de la compresión de la civilización colectiva que compartimos desde hace mucho más de dos mil años.
Así pues, el lector puede tomar la tarea y la invitación hechas con vistas a ahondar la visión del continente y el análisis de la composición de la cultura europea a partir de la exposición ofrecida en un viaje en coche desde Grimsby hasta Atenas. Estas tres cosas –visión, composición y exposición– conducirán a la comprensión necesaria de esta civilización colectiva, según la lúcida expresión del propio Byron.
Literatura de viajes
Acudir al viaje, entendido como proyecto de formación humana, es necesario para contrarrestar la obsesiva mentalidad pétrea consistente en mantener la propia posición sin dar cabida a la apertura, sin amplitud de miras, sin cierta anchura siquiera; lo cual no conduce a ningún lado. No es difícil viajar, lo difícil es ser viajante.
Con los acontecimientos sucedidos, pueden hacerse muchas cosas. La más errónea es la de relegar todo al olvido, ese enemigo del aprendizaje. Mal viajante es aquel que no padece cierta resaca de lo vivido. Al fin y al cabo, tal y como sabe presentar muy bien Robert Byron, es la memoria de lo visitado la que nos da acceso a la esencia de lo que ha de aprehenderse, lo perennis, sin más.
La visión ofrecida de Europa en el parabrisas contiene el acceso al modo más adecuado para iniciar un itinerario: nos introduce en la sencilla contemplación de lo cotidiano, sin pretensiones, situándose en lo fácil que es tan difícil: exponer la sencillez sin caer en la rigidez dogmática, sin dar lecciones de vida. Despertar la curiosidad siempre fue, al fin y al cabo, la gran obra de arte del verdadero filósofo. Y eso es Grecia: precisamente, es justo mencionar esto cuando Grecia, fin del viaje, es presentada bajo la mirada de la evocación y de la reflexión de la Historia.
Tras la Gran Guerra
En breve, en el próximo 2014, será el centésimo aniversario de la Gran Guerra, que comenzó el 28 de julio de 1914. Con la mirada puesta en esta efeméride, es bueno leer el relato de un periplo realizado en los primeros años 20, donde se da cuenta de la situación anímica de los ciudadanos europeos, del desconcierto y del nacimiento de los movimientos fascistas. No nos queda tan lejos.
Es necesario señalar que Alemania ha podido dar definitivamente por concluida la contienda en octubre de 2010, cuando, en el 20º aniversario de su reunificación, realizó el último pago de las reparaciones de guerra que habían sido estipuladas en el Tratado de Versalles. No son pocas las iniciativas editoriales que ya se ven en los escaparates de nuestras librerías en referencia a la I Guerra Mundial.
En este sentido, el acercamiento de Byron no es un acercamiento a la contienda, en sí misma entendida. Se trata de la narración de alguien que se mueve con dos amigos y un coche por un continente cuya riqueza cultural es en aquel entonces comparable a la confusión reinante, una confusión que no solo debe combatirse con el recuerdo de la tragedia de la guerra europea, sino también con el recuerdo –en palabras de Byron– de “la inestabilidad mental y las amargas desilusiones que trajo consigo la paz que la siguió”.
Apuestas contra el Tiempo
Por último, si el viaje relatado destaca por algún motivo, no es otro que el de saber presentar el poso de la cultura europea como una apuesta que la mano del hombre ha hecho al Tiempo. El Partenón de Atenas es aquí el paradigma de dicha apuesta. No se aleja mucho, en esencia, del il faut parier pascaliano, ciertamente; y, si Thomas Gradgrind, en los Tiempos difíciles de Dickens, es muestra de la lucha entre los Hechos y la Imaginación, el relato de un viaje, pórtico de toda una serie apasionante, es muestra de que tal ‘lucha’ se muestra tanto más productiva cuando nos damos cuenta de que el truco está en la mutua colaboración de ambas fuerzas.
Una es más prosaica, sí; la otra más creadora, si se prefiere la palabra, pero la nobleza del relato de Byron está en no esforzarse por ofrecer soluciones últimas, sino solamente la tarea de pensar.
En el nº 2.868 de Vida Nueva.