Tiempo de conversiones


Compartir

José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“En estos días de cambios en la CEE, proliferan los análisis que invitan a no caer en los ajustes de cuentas…”

Aprender del pasado es algo que solo se permiten algunos espíritus sosegados que antes se han mirado al espejo. Los demás, puestos los ojos en el futuro, forcejean con el presente para encontrar o no perder el sitio.

Hace apenas un año, en el Sínodo para la Nueva Evangelización, empezó a hablarse de “conversión pastoral”, expresión que desembarcaba en Roma directamente desde América Latina, cargada de ilusión que compartir y que a no pocos obispos europeos les pareció, cuando menos, exótica.

Hoy pareciera que, al lado del agua bendita, han puesto en cada parroquia máquinas expendedoras de ese concepto, por lo que echar la vista un año atrás es como asomarse al Pleistoceno, con la diferencia de que los fósiles de ahora todavía corren que se las pelan.

En estos días de cambios en la CEE, ejemplificados de manera gráfica por el nuevo secretario general, proliferan los análisis que invitan a no caer en los ajustes de cuentas. Algo que parece elemental entre gente de buena fe, salvo que, de nuevo, recurramos a la historia, a la general, y a la particular de quienes reivindican la tabla rasa, pero que se han pasado las últimas dos décadas expidiendo credenciales de cristianos viejos. Bienvenidos, en todo caso, a la fraternidad universal.

Si antes se les perdonaba porque, en el fondo, no sabían lo que hacían, hoy que todos sabemos lo que hacen y por qué, vemos en ellos la plasmación práctica de esa conversión –o conmoción– pastoral, de un subidón de misericordina, algo de lo que andábamos muy necesitados, ciertamente. Con todo, aun es fácil reconocerles por el lenguaje, pues, de vez en cuando, el ardor guerrero se les escapa, silabeante, entre los dientes.

Y hablando de lenguaje, bienvenido sea también el que trae a sus “apariciones” públicas el nuevo secretario, José María Gil Tamayo, muy bien delineado, como corresponde al experto comunicador que es. Más que agradecerlo los periodistas, obligados a tener más intereses que memoria –así está la profesión–, habrán de festejarlo los fieles de a pie. Y eso ya es un gran cambio.

Con el tiempo, todo saldrá de manera más natural. La conversión pastoral está en marcha. Esperemos que definitivamente.

En el nº 2.873 de Vida Nueva.