ANTONIO SPADARO | Director de La Civiltà Cattolica
“Una lectura inmediata y rápida es posible y oportuna, pero para entrar en las claves del texto hace falta una segunda lectura…”.
Con la publicación de la primera exhortación apostólica de Francisco puedo decir exactamente lo que viví cuando le entrevisté. Me reuní con el Papa pocos días después de su vuelta de Brasil y mientras ultimaba la Evangelii gaudium. Era un período volcánico, de gran gracia y energía. Me doy ahora cuenta de este ulterior aspecto de la experiencia vivida con él: ver cómo tomaba forma el pensamiento del Papa y se convertía en un diálogo vivo en nuestra conversación, para después seguir su camino y condensarse en una exhortación apostólica.
La Evangelii gaudium precisa de una lectura atenta. Una lectura inmediata y rápida es posible y oportuna, pero para entrar en las claves del texto hace falta una segunda lectura, pues es fruto de una maduración de años, sino de décadas, de reflexiones y de experiencias pastorales.
Pongo aquí en evidencia de manera esquemática algunas tensiones internas positivas que dinamizan el texto. La primera es la tensión dialéctica intraeclesial que hace Francisco entre el Espíritu y la institución: el uno no niega nunca al otro, pero aquel debe animar a esta de manera eficaz e incisiva.
La segunda se da entre diferencia cultural y unidad de la Iglesia. Evangelizar no significa imponer determinadas formas culturales, por refinadas y antiguas que sean. Uno de los efectos más significativos de esta tensión es el recurso al episcopado local en el discernimiento evangélico de la historia.
La tercera tensión es la que surge entre misión y discernimiento. Los desafíos exigen una reflexión espiritual para reconocer a Dios en el mundo y sus acciones. Pero no basta con reconocer que Dios está trabajando; hay que transmitir el Evangelio para anunciar el kerygma.
La cuarta tensión se da entre los propios límites y la importancia de la exhortación. El Papa no cree “que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa,” y al principio afirma que no tiene “intención de ofrecer un tratado” pero, no obstante, quiere decir cosas importantes. Sabe bien que lo que expresa “tiene un significado programático y consecuencias importantes”.
En el nº 2.879 de Vida Nueva.