Hollande con el Papa: ‘à la recherche’ del voto perdido

papa Francisco y François Hollande, presidente de Francia, en el Vaticano 24 enero 2014

papa Francisco y François Hollande, presidente de Francia, en el Vaticano 24 enero 2014

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Hay una palabra muy usada últimamente en la jerga periodística francesa: cathosphère. Alude a grupos de católicos organizados, activos en las redes sociales, dispuestos a movilizarse contra las leyes que la Asamblea Nacional apruebe, contrarias a la doctrina de la Iglesia: “matrimonio” para todos, ampliación de los plazos del aborto, eutanasia o enseñanza, entre otras. Se trataría de crear una atmósfera de opinión católica, ante la que se frotan las manos los partidos de corte conservador.

Hace poco llegó a manos del Papa una carta con cien mil firmas de católicos franceses, pidiéndole que mostrara al presidente francés, Hollande, el malestar que sentían por algunas leyes recientes, la campaña mediática denigratoria y actos vandálicos en algunas iglesias. A la cabeza del grupo que ha impulsado la carta, personas ligadas a la plataforma CitizenGo y, en España, a HazteOir.org de Ignacio Arsuaga. Hacer creer que es toda la Iglesia francesa es lo que pretenden, aunque no sea así.

La entrevista estre los dos Franciscos se llevó a cabo con toda cordialidad. Después, cada gabinete de prensa llevó el agua a su molino, pero quedó claro el interés del Papa por urdir complicidades globales de cara a la paz, a la defensa de la libertad religiosa y a los graves problemas que afectan a la Humanidad. El Papa, a su estilo, no escatimaría referirse a las quejas expuestas en la carta, pero con ese carácter suyo de sumar y multiplicar, sin regañinas ni dedos amenazantes.

El reto es evitar reabrir la brecha
que se remonta a comienzos del siglo XX,
cuando, saltaron puentes de diálogo
entre la Francia clerical y conservadora,
y la Francia republicana, progresista y laica.

Esta cathosphère francesa se mueve con celeridad en el mundo digital, como el mejor aliado. No así otros medios, más sensatos, equilibrados, y plataformas de diálogo como La Croix o el semanario La Vie. Buscan evitar que se ensanche la brecha en un país en el que la laicidad republicana se vive como gran dogma.

Hubo en Francia otro tipo de cathosphère. Escritores y políticos católicos, que, con mano izquierda, sagacidad e inteligencia, se movían en El Elíseo o la Asamblea Nacional, creando plataformas de encuentro.

Ahora, la cosa se ha ido a la calle, azuzados por el poder mediático y mediatizado. Sangre jacobina. Los obispos temen que con estos grupos haya una identificación con el Frente Nacional de Marine Le Pen. Prefieren estar más cerca de la diputada Christine Boutin, punta de un iceberg demócrata cristiano.

El reto es evitar reabrir la brecha que se remonta a comienzos del siglo XX, cuando, tras el affaire Dreyfus, saltaron puentes de diálogo entre la Francia clerical y conservadora, y la Francia republicana, progresista y laica. Se diluye la “laicidad positiva” de Sarkozy en San Juan de Letrán, pura cosmética para algunos.

La cathosphère cabalga lanza en ristre, se cala el sombrero de la ideología y se pone el gabán de la ortodoxia para salir a los bulevares de ambas riberas, pidiendo que Francia vuelva a ser la fille aînée de l’Eglise.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.880 de Vida Nueva.

LEA TAMBIÉN:

Compartir