JESÚS SÁNCHEZ ADALID | Sacerdote y escritor
“Aparecen neologismos para referirse a los colectivos de desempleados y trabajadores que se encuentran en situación de precariedad prolongada…”.
¿Se acuerdan de los mileuristas de hace una década? Aquel término se refería a una generación de jóvenes que adaptaban sus necesidades, por fuerza, a la cantidad de mil euros mensuales de salario. Resultaba un precio aceptable de manera conformista para una vida de consumismo moderado en un tipo de sociedad adormecida en el “bienestar” y que esperaba un “algo más” sin saber especificar bien qué.
Lo que hasta pareció divertido, pasó; la crisis se lo llevó. Y ahora aparecen neologismos para referirse a los colectivos de desempleados y trabajadores que se encuentran en situación de precariedad prolongada, con bajos niveles de ingresos y en la incertidumbre laboral. Son los llamados “precarios”.
El catedrático de la Universidad de Londres, Guy Standing, acuñó el término a partir de los sustantivos “precariedad” y “proletariado”, para englobar un colectivo heterogéneo y en expansión formado por inmigrantes, trabajadores de cierta edad, madres solteras, jóvenes… Su principal nexo de unión sería su exposición extrema a los caprichos del mercado y la indefensión ante la intemperie laboral. Es decir, gente que se conforma con cualquier cosa, a merced de una potencial explotación.
Y lo peor es que el concepto de “precario” evoluciona peligrosamente. Los datos son alarmantes: hay 2,6 millones de trabajadores a tiempo parcial y el 57% cobra menos de 652 euros, que es el salario mínimo interprofesional. Tenemos 3,35 millones que tienen contrato temporal y el 50% cobra menos de 1.000 euros. Sin embargo, los 200 españoles que más tienen son un 8,4% más ricos.
En el nº 2.882 de Vida Nueva
