Un Blázquez por descubrir

CARLOS GARCÍA DE ANDOIN

“Los obispos le han dado una segunda oportunidad para un trienio con cambios efectivos. Esperan colegialidad, sin duda, pero también un cambio de rumbo…”

Don Ricardo Blázquez está por descubrir. En aquel trienio que, “sin buscarlo”, frustró el tercer mandato de A. Rouco, las circunstancias eran demasiado adversas para un hombre tímido, prudente y amigo de la concordia. Hoy, sin embargo, ya no hay ni enemigo externo ni socavadores internos. Es más, el vendaval de Francisco sopla a favor de un Blázquez menos conocido, un hombre moderado, pero también líder.

Los obispos le han dado una segunda oportunidad para un trienio con cambios efectivos. Esperan colegialidad, sin duda, pero también un cambio de rumbo. Hace falta mano firme para sacar la presencia pública de la Iglesia española de la obsesión con el Estado y ponerla al servicio de un Dios al encuentro con las personas, especialmente las más vulnerables, en la sociedad civil, una Iglesia samaritana. Hace falta coraje para corregir el rumbo hacia una evangelización encarnada en la crisis. Es un desafío radical a la caridad, pero también a la fe y la esperanza.

Como bien ha escrito el propio Blázquez en su último libro (2013), “la crisis afecta a las razones para vivir y esperar” (p. 119). En efecto, urge rehacer la propuesta evangelizadora a la medida de los desafíos de una crisis de época.

En tercer lugar, hace falta tino para que, en un país sometido a graves fracturas territoriales e ideológicas, la Iglesia deje de confundirse con un partido y una ideología, para convertirse en un signo transversal de convivencia, libertad y diálogo. ¡Qué mejor servicio a esta sociedad que ejercer como sacramento de comunión en la diversidad! Lo que, por cierto, es del todo incompatible con esta 13TV.

Finalmente, hace falta menos combate a la ideología de género y más mujeres en la puestos de dirección de la Iglesia, por ejemplo, como directoras de comisiones de la CEE. Y más, muchísima más participación de laicos. La alocución del día de su ordenación episcopal adquiere hoy valor programático: “Aunque me haya beneficiado del Camino Neocatecumenal, estoy abierto a todos los caminos del Espíritu. Especialmente, quiero estar cerca de los necesitados y deseo que todos los pobres consideren a la Iglesia como su familia. Estoy dispuesto a promover la necesaria concordia y la legítima diversidad de la Iglesia”.

Una nueva estación vital, otro trasplante –menor–, sin otro afán que servir a Dios. Con dos lagun (compañeros) valiosos: Osoro y Gil Tamayo.

En el nº 2.886 de Vida Nueva.

 

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