FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural
“Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad…”.
La petición de la Junta de Andalucía para ser ella la titular de la catedral de Córdoba ha coincidido con una nueva edición de la novela 1984, en la que George Orwell diseccionó, con pluma profética, los rasgos del totalitarismo, y que a la vista de iniciativas como esta, parece seguir vigente.
En el régimen dictatorial que retrata 1984, el Partido único ejerce un control sobre la población, creando un nuevo lenguaje para crear confusión y anestesia mental y alterar la historia.
La sutilidad con que esa operación se realiza hoy en día no le resta peligrosidad. La mentira, divulgada ampliamente por los medios controlados por el poder político, se reviste de derechos ciudadanos, eso sí, cuando le interesa a la ideología dominante, que no admite el disenso. El recurso a conceptos “talismán” como los derechos, lo público, lo “de todos”, se esgrime airadamente, cuando, en el fondo, lo que se pretende es anestesiar la atención del pueblo con polémicas artificiales, para que la ciudadanía no piense en los problemas realmente graves que afectan a nuestro país.
Es la maniobra maquiavélica que se resume magistralmente en El Gatopardo: algo debe cambiar para que todo siga igual.
Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido, escribió Orwell.
Mejor es dejar esa afirmación en el terreno de la ficción y no aplicarla a la realidad, porque sería desesperanzador ante tanta vacuidad política, social, intelectual… y más vale no seguir.
En el nº 2.888 de Vida Nueva.