Filosofía portátil

José Luis Celada, redactor de Vida NuevaJOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva

“Decía Heráclito, allá por el siglo VI a. C., que ‘mucha erudición no enseña a tener inteligencia’…”.

Acaba de ver la luz un Manual de filosofía portátil (Atalanta) que ni es un manual al uso sobre la materia (solo 19 nombres ilustres habitan este panteón de la sabiduría) ni es portátil (sus 570 páginas lo desmienten). Su autor, el filósofo e investigador valenciano Juan Arnau, confiesa en la introducción que se trata de “un esfuerzo por sacar al pensamiento de la solemne reclusión a la que ha sido sometido por escolásticos y académicos”. También “un modo de conjurar esa manía erudita de hablar únicamente para aquellos que comparten cátedra o facultad”.

Cada cual juzgará si lo ha conseguido, pero ¡cuánta razón en tan pocas palabras! Se puede escribir de Sócrates, Leibniz, Kierkegaard, Nietzsche o Wittgenstein sin renunciar a la claridad, porque ninguno de sus pensamientos son ajenos a las inquietudes del último de los mortales.

¿Llegará el día en que filósofos, literatos, periodistas o aspirantes a cualquiera de estos “estrados” abandonemos presuntas vanidades y nos entreguemos al sano ejercicio del diálogo con la realidad y sus gentes, lejos de lucimientos inútiles?

Decía Heráclito, allá por el siglo VI a. C., que “mucha erudición no enseña a tener inteligencia”. La tenue frontera que separa al erudito del pedante solo es comparable a ese leve paso que conduce de la adulación al ridículo.

En el nº 2.888 de Vida Nueva.

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