Extracto del Pliego del nº 2.890 12-25 abril 2014 …
ELÍAS ALCALDE MARTÍN (DELEGADO DE MISIONES DE LA ARCHIDIÓCESIS DE GRANADA) | En la Semana Santa y la Pascua actualizamos solemnemente lo que cada domingo y cada día del año es nuestra vida y misión, nuestra pasión y gloria, el centro de nuestra fe, la causa de nuestra esperanza y el manantial inagotable de nuestro amor: la muerte y resurrección de Cristo.
Una vez más, como Pueblo de Dios, estamos llamados a compartir nuestra Pascua personal y comunitaria con tantos hermanos y hermanas que aguardan la liberación que nos trajo el Señor Jesús.
Porque el Pueblo de la Pascua, la Iglesia, siempre y en todo lugar, deberá ponerse al servicio de la Pascua de los pueblos.
Continúa la Pascua de Cristo en la Pascua de su Iglesia, para la Pascua de todos los pueblos, su paso al Reino de Dios, Reino de justicia, de amor y de paz. El obispo Pedro Casaldáliga lo precisa con su original estilo:
Siento que la Pascua es todavía.
Como Él es nuestra Pascua,
nosotros somos
la Pascua del mundo.
En la Semana Santa, el Triduo Pascual, y toda la cincuentena pascual que culmina en la fiesta del don del Espíritu (Pentecostés), actualizamos del modo más solemne todo el acontecimiento de Cristo, que cada domingo y cada día del año es nuestra vida y misión, nuestra pasión y gloria, el centro de nuestra fe, la causa de nuestra esperanza y el manantial inagotable de nuestro amor. Celebramos todos los años la vida entregada de Jesús a favor de todos, pero cada año la acogemos según las variantes de la vida personal, eclesial y social. Ni Cristo se repite ni nosotros nos repetimos.
Aunque no lo parezca exteriormente, “la procesión que va por dentro” marca paso diferente y expresiones renovadas según va la vida y amenaza la muerte, dando colorido distinto a la experiencia de la fe, a la fuerza de la esperanza,
al servicio del amor.
Las palmas de la victoria solo tienen derecho a alzarlas los que trabajan por la paz y por la justicia del Reino de Dios. El Pueblo de pobres (como el papa Francisco ha calificado a la Iglesia en su mensaje para la Cuaresma) del Mesías Jesús procura, y celebra por adelantado, una “tierra nueva”, sin males, sin oprimidos ni excluidos: un Pueblo mundial de hermanos que renuncian a lo superfluo y violento para compartir todo lo necesario, el pan y la paz, el amor y la fe. Esto acarrea mucha injusta pasión, pero a mucha honra sigue las huellas de su Siervo-Señor, quien no lo guía a ningún precipicio, sino a la plenitud de Dios.
¡Jesucristo nos regala el Espíritu de la nueva creación! Para que estrenemos su nueva conducta, personal y comunitariamente, al servicio de un mundo nuevo, justo y fraterno. Vivamos esta experiencia: unos con otros, unos para otros. ¡Feliz Pascua, Feliz Paso a nueva vida compartida: los últimos ya son primeros!
Pliego íntegro publicado en el nº 2.890 de Vida Nueva. Del 12 de abril al 25 de abril de 2014