ANTONIO PELAYO (ROMA) | Aprovechando su presencia en Roma, el primer ministro de Francia, Manuel Valls, ha impuesto al cardenal Roger Etchegaray la Gran Cruz de la Legión de Honor, máxima condecoración de la República, porque “la laicidad –dijo el político– no es la negación de la religión; es la separación entre lo espiritual y lo temporal”.
El presidente emérito de Justicia y Paz afirmó que “la dignidad de cualquier poder está en la valentía de andar contra corriente”, y subrayó su deseo de ver “una Francia todavía más humana, más generosa y más solidaria a nivel universal”.
En el nº 2.892 de Vida Nueva