JESÚS D. MEZ MADRID (GIRONA) | Al referirse a la dignidad del trabajo y del trabajador, el papa Francisco muestra la plena vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia, que ya expuso León XIII en su histórica encíclica Rerum Novarum, en plena revolución industrial, a finales del siglo XIX.
Después del fracaso de los sistemas totalitarios que convirtieron a los trabajadores en meros engranajes de producción, siguen en pie los esquemas de un capitalismo sin reglas que la Iglesia siempre ha rechazado.
Una muestra es la proliferación de esas fábricas textiles asiáticas en las que se explota a sus trabajadores. De hecho, se ha cumplido recientemente un año del desastre en una de ellas, donde se asfixiaba a los obreros con salarios de miseria. Con estas se surten los mercados mundiales a bajo coste.
La voz del Papa se alza así de nuevo para denunciar esa lacra del egoísmo mercantil que desprecia la dignidad humana. Algo muy a tener en cuenta ahora que acabamos de conmemorar el 1º de mayo.
En el nº 2.893 de Vida Nueva
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