Cuando mi avatar merodeaba por Second Life… rezando

Antonio Spadaro, director de La Civiltà CattolicaANTONIO SPADARO | Director de La Civiltà Cattolica

“La tentación es la de caer en una sensibilidad neognóstica de autoservicio del alma, ilusionándose con que lo sagrado está al alcance de la mano…”.

Hace años, estudiando el fenómeno Second Life, mi avatar merodeaba intentando entender cómo se vivía la “segunda vida”. Me llamó entonces la atención la variada presencia religiosa en las regiones e islas. Encontré de todo. Existía hasta una suerte de plaza de las religiones en la que había una reconstrucción de una catedral, de una mezquita, de una pagoda, de un templo zen, de un templo hindú, de una sinagoga y de un templo Kiva. También había simulaciones del templo católico de Notre Dame de París o del anglicano St. Paul de Londres. Estas iglesias eran frecuentadas por los avatares para rezar.

Me impresionó el testimonio de un musulmán: “Pongo a mi avatar en posición de oración y al mismo tiempo rezo. Mi oración en la habitación es válida, mientras que la que hago online es simbólica”. ¿Cómo olvidar la espléndida catedral en la isla de Epiphany en la que el padre Mark Brown guiaba la oración de las vísperas, muy frecuentada por los avatares? En resumen, al crecer los espacios digitales muchos comenzaron a sentir la necesidad de crear lugares de oración o incluso conventos para ofrecer tiempos de meditación.

¿Los riesgos? Se “navega” con la mano, con el ratón o la pantalla táctil. Es la mano la que guía la visión de una lógica de “apariciones” que puede tener consecuencias. La tentación es la de caer en una sensibilidad neognóstica de autoservicio del alma, ilusionándose con que lo sagrado está al alcance de la mano: con un clic se pasa de una página de neobrujería a una de apariciones marianas, o de un templo neopagano a una web de cristianos tradicionalistas. La Red puede fácilmente ser comparada con una suerte de gran supermercado de lo religioso en el que puede encontrarse todo tipo de “producto” religioso con gran facilidad. También para los cristianos, la Red es desde siempre un espacio de discernimiento y de misión; evadirnos de ella significaría no responder a un desafío arduo e importante.

El mundo de Second Life estaba destinado a desvanecerse. La Red es cada vez más un ambiente ordinario de vida, el tejido que conecta nuestras experiencias, no un lugar de alienación. Benedicto XVI ya subrayó en su mensaje de renuncia al pontificado la importancia de afrontar los desafíos de las “rápidas mutaciones”.

En el nº 2.896 de Vida Nueva
 

LEA TAMBIÉN:

Compartir