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Invocación por la paz – Discurso del presidente Simon Peres

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Discurso del presidente de Israel Simon Peres

Traducción no oficial del inglés.

logo-israelSu Santidad, Papa Francisco,

Su Excelencia, Presidente Mahmoud Abbas,

He venido de la Ciudad Santa de Jerusalén para darles las gracias por esta invitación excepcional. La Ciudad Santa de Jerusalén es el corazón del pueblo judío. En antiguo hebreo, la palabra Jerusalén y la palabra para compartir la paz comparten la misma raíz. Y de hecho la paz es la visión de Jerusalén.

Como se dice en el Libro de los Salmos: Pedid por la paz de Jerusalén: ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios! Por amor a mis hermanos y amigos, diré: “La paz esté contigo”. Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad.

Durante su histórica visita a la Tierra Santa, nos trasladó con la calidez de su corazón, la sinceridad de sus intenciones, su modestia, y sus maneras amables. Tocaste el corazón del pueblo, sin importar su credo o nación. Usted surgió como un constructor de puentes de fraternidad y de paz. Todos estamos necesitados de la inspiración que acompaña a tu personaje y tu camino.

Gracias.

Dos pueblos –israelíes y palestinos– aún sufren por la paz. Las lágrimas de las madres sobre sus hijos todavía están grabadas en nuestros corazones. Debemos poner fin a los gritos, a la violencia, al conflicto. Todos necesitamos la paz. La paz entre iguales.

Su invitación para unirme a ustedes en esta ceremonia memorable para pedir la paz, aquí, en el jardín del Vaticano, en presencia de, cristianos, musulmanes, drusos y líderes judíos, refleja con gracia su visión de la aspiración que todos compartimos: la paz.

En esta conmovedora ocasión, llenos de esperanza y de fe, entonamos todos con usted, Su Santidad, una llamada a la paz entre las religiones, entre las naciones, entre las comunidades y entre los compañeros y compañeras. Que la verdadera paz se convierta en nuestro legado pronto y definitivamente.

El Libro de los Libros nos conmina a seguir el camino de la paz, exige de nosotros que trabajemos duro para su realización.

Se dice en el Libro de los Proverbios:

“Sus caminos, son caminos de la gracia, y todas sus veredas, paz”.

Así también deben ser nuestros caminos. Formas de la gracia y la paz. No es por casualidad que el rabino Akiva capturó la esencia de nuestra Torá en esta frase: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Todos somos iguales ante el Señor. Todos somos parte de la familia humana. Porque sin paz, no estamos completos, y tenemos todavía que cumplir con la misión de la humanidad.

La paz no es fácil. Tenemos que trabajar duro con todas nuestras fuerzas para llegar a ella. Para llegar a ella pronto. Incluso si se requiere sacrificio o compromiso.

El Libro de los Salmos nos dice: ¿Quién es el que ama la vida, y desea días para ser feliz? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de la mentira; aléjate del mal, haz el bien, busca la paz, marcha tras ella.

Es decir, se nos manda a ir tras la paz. Todo el año. Todos los días. Incluso nos saludamos con esta bendición. Shalom. Salam. Debemos ser dignos del significado profundo y exigente de esta bendición. Aun cuando la paz parece lejana, debemos perseguirla para estar más cerca de alcanzarla.

Y si buscamos la paz con perseverancia, con fe, vamos a llegar a ella.

Y va a perdurar a través de nosotros, a través de todos nosotros, de todos los credos, de todas las naciones, como está escrito:

“Y tornarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. La nación no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.

El alma se siente eufórica tras la lectura de estos versos de la visión eterna. Y podemos –juntos y ahora, los israelíes y los palestinos– convertir nuestra visión noble en una realidad de bienestar y prosperidad. Está dentro de nuestro poder para traer la paz a nuestros hijos. Este es nuestro deber, la santa misión de los padres.

Permítanme terminar con una oración: El que hace la paz en los cielos, haga paz sobre nosotros y sobre todo Israel, y sobre el mundo entero, y digamos Amén.

Jardines Vaticanos
Domingo, 8 de junio de 2014

 


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