Laicos, esos fieles de segunda


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Los seglares tenemos que aplicarnos más, porque, aunque no nos lo creamos, nos asiste la misma dignidad de hijos de Dios…”

Ni en el Día del Apostolado Seglar puede uno librarse de la actitud condescendiente con la que aún se nos trata. Se agradece siempre la mano al hombro que acompaña y guía con suavidad, pero irrita esa mirada cenital… Sí, generalizo, pero son pocas las excepciones y demasiados los años “reduciendo al estado laical” a los Milingo de turno.

Si quien ha sido ordenado queda marcado indeleblemente, esa reducción, por más vueltas que se le dé, solo puede ser entendida en su acepción más peyorativa. Si esa es la pena para pervertidos de toda condición, ¿en qué lugar mental quedamos los seglares? Pues en uno moralmente muy disminuido…

Se nota que ese mismo líquido amniótico riega el mensaje de los obispos para el pasado Día del Apostolado Seglar. Lo dicen con las palabras de Francisco en la Evangelii Gaudium:

El Papa denuncia la falta de formación de nuestros seglares, su falta de implicación en la evangelización y en la transformación de la realidad social y en la toma de conciencia respecto a la responsabilidad laical que surge del bautismo.

Pero omiten que a veces los laicos no asumen responsabilidades, como también dice el Papa unas líneas antes, “por no encontrar espacios en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar, a raíz de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones”; huérfanos de mecanismos de participación con los que “escuchar a todos y no solo a algunos que le acaricien los oídos”; o impotentes ante una actitud más propia de una empresa, “donde el principal beneficiario no es el Pueblo de Dios, sino la Iglesia como organización”.

Caen de nuevo en “el pecado del habriaqueísmo”, tan fácil de rastrear en estos 25 años de la Christifideles laici, incluidos congresos nacionales que proponían un modelo –de nuevo Francisco– que “alimenta la vanagloria de quienes se conforman con tener algún poder y prefieren ser generales de ejércitos derrotados antes que simples soldados de un escuadrón que sigue luchando”.

Dicho lo cual, es verdad que los seglares tenemos que aplicarnos más, porque, aunque no nos lo creamos, nos asiste la misma dignidad de hijos de Dios.

En el nº 2.898 de Vida Nueva.