La Iglesia, granero de votos del PSOE


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Los nuevos dirigentes socialistas harían bien en no perder de vista el sustrato religioso de la mitad de sus votantes…”

Dicen que el PSOE tiene su granero de votos en Andalucía, pero donde en realidad lo tiene, es en la Iglesia católica. De sus millones de fieles, muchos miles de ellos (de variable intensidad y compromiso, ciertamente) votan socialista.

Es una verdad tan sabida en la sala de máquinas del PSOE desde los tiempos de la Transición, como escondida, una realidad vergonzante que en ocasiones ha querido ser sofocada con artes más propias del estalinismo que de una socialdemocracia que dice respetar la libertad religiosa.

A pesar de su tradición anticlerical, el germen del cristianismo ha penetrado en el partido, aunque sus cuadros dirigentes hayan mantenido en la mayoría de las ocasiones esa pulsión anticlerical “de marca”, abonando un laicismo de neutralización que le aleja de las corrientes más inclusivas de sus correligionarios europeos.

Viene esto a cuento del tema de la denuncia de los Acuerdos Iglesia-Estado, un auténtico mantra que distrae al personal del ayuno de verdaderas ideas y cuya sola enunciación hace salivar a esa corriente, no tan mayoritaria, pero sí ruidosa, que ha estado empeñada en los últimos años en laminar todo vestigio de cristianismo en las estructuras del PSOE.

Que se lo digan, si no, a la corriente de Cristianos Socialistas, que tuvieron que soportar una brutal ofensiva en la conferencia política del pasado noviembre –a cuenta del debate interno sobre el concepto de laicidad– que a punto estuvo de saldarse con su expulsión del partido.

Porque para los “comecuras” del aparato, no se trata tanto de revisar unos acuerdos –que, quizás, puedan plantearse de una manera diferente a hace treinta años, de ser revisados desde un punto de vista racional más que como un descarado ajuste de cuentas– cuanto de meter el hecho religioso en las sacristías para luego echar el cerrojo.

Para ellos, la laicidad es un concepto yermo de espiritualidad, una lobotomización social de ese aspecto consustancial al ser humano.

Los nuevos dirigentes socialistas, con Pedro Sánchez a la cabeza, harían bien en no perder de vista el sustrato religioso de la mitad de sus votantes. Esos votantes tienen la clave para propiciar una laicidad donde lo religioso no solo no estorba, sino que tiene su papel en el debate ético de las sociedades modernas.

Y, de paso, ayudarán al PSOE a entrar en la modernidad.

 

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