JUAN RUBIO. ILUSTRACIÓN: GONZALO R. CHECA | Se cierra un ciclo y se abre otro, y aparecen ahora los dos verbos adosados a los ciclos: empezar y acabar. Empecé en febrero de 2007 y aún recuerdo aquella portada del primer número como director: una joven alzando la mano en el aula, queriendo preguntar algo.
El bolígrafo que sostenía entre sus dedos se abría paso rompiendo el diseño de la cabecera de la revista. El tema que se abordaba en páginas interiores era el entonces fragoso debate sobre Educación para la Ciudadanía.
Aunque contaba con estar solo cinco años, el ciclo se alargó dos y medio más, siete años y medio. Y ahora cierro con este número dedicado al apasionante mundo de la lectura, algo que, quienes me conocen, saben de mi debilidad por él. Esta última portada va ilustrada por un buen amigo y gran profesional, a quien agradezco vivamente el trabajo, no fácil. Lo sé.
Todo un récord de tiempo en relación a mis antecesores, según la hemeroteca. Shakespeare decía que: “El placer y la actividad hacen que el tiempo sea breve”. Y ha sido una actividad placentera en verdad.
Junto a un magnífico y profesional equipo de redactores, corresponsales, colaboradores y anunciantes, así como un brillante consejo editorial, creo honestamente que pusimos nuestro granito de arena para enriquecer la ya veterana singladura de Vida Nueva. En esta etapa hemos sacado 350 números con ilusión, profesionalidad y espíritu eclesial, plural, abierto y en fidelidad creativa. Y en el horizonte, siempre los lectores.
Aciertos, seguro que los hubo, y guardo como oro en paño cartas cuya lectura me ruboriza. También hubo dificultades. No fueron fáciles los tiempos, zarandeados por esta crisis de mil caras, que aún pervive. Y errores, probablemente muchos, aunque siempre trabajamos por corregirlos. Pido perdón si alguien se sintió ofendido por algún contenido. Nunca fue nuestra intención.
Lo que sí diré es que siempre preferí pedir perdón o disculpas a tener que pedir permiso a cada instante. Me voy con la conciencia tranquila y el alma en paz, y con Cicerón, repito: “Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo”. Y es para mí, lo más importante.
He ojeado estos días varias revistas sobre las que tuve este tiempo responsabilidad como Gerente Global de Publicaciones Periódicas: Vida Nueva, con su periodicidad semanal y sus 56 años a las espaldas, buque insignia. Repasé varios números, de salida quincenal, de Vida Nueva Colombia, Vida Nueva México y Vida Nueva Cono Sur.
Asomaba por los estantes el suplemento Con Él, realizado con CONFER, víctima de la crisis económica. Y no dejé de emocionarme al abrir uno de esos suplementos mensuales, tímidamente esbozados: Vida Nueva Catalunya. Me detuve también pasando páginas de las otras publicaciones veteranas: Imágenes de la Fe y Orar y Celebrar.
Hemos vivido muchas cosas estos años. Celebramos el 50 aniversario de la revista. Y lo hicimos con nuevo diseño, nuevos retos y con el compromiso de la aventura latinoamericana, hoy ya realidad y único proyecto global de información religiosa en español.
Exploramos después el planeta digital con la página web, así como la posterior difusión de contenidos a través de las redes sociales. Lo último, un viejo sueño: ver ya operativa la aplicación para iPad.
Y hemos vivido también con gozo, e informando, otros acontecimientos eclesiales sorprendentes, que dejarán honda huella en la Iglesia con la renuncia de Benedicto XVI y la llegada, como nuevo obispo de Roma, del papa Francisco. Han sido años de intensidad en la vida eclesial española, con cambios en la Conferencia Episcopal, en CONFER, en FERE y en muchos más espacios eclesiales que también cierran ciclo.
Orgulloso y agradecido, marcho a otros proyectos, recordando lo que no hace mucho leí a Sagan:
Solo cerrando las puertas, detrás de uno se abren ventanas hacia el porvenir.
Puesto el pie en el estribo, me despido con este texto de Fernando Pessoa que abre mi libro de notas y que seguirá marcando el nuevo ciclo, como todos los anteriores:
No al placer, no al poder, no a la gloria. La libertad, solo la libertad.
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