FRANCISCO MURO DE ISCAR | Periodista
“La tentación de lo fácil puede hacer que los ataques a la Iglesia se multipliquen porque algunos creen que eso sigue dando votos…”
Que se noten los cambios
El nuevo arzobispo de Madrid declaraba este verano en su tierra de Santander que:
En España vivimos lo que yo he dado en llamar la enfermedad de las tres D: el desdibujamiento, la desilusión y la desorientación.
Y lo desarrollaba un poco más: estar en la vida sin saber quiénes somos, carecer de una vida digna –vivienda, trabajo, familia, dimensión trascendente– y, “en vez de ser peregrinos, convertirnos en vagabundos”. Y citaba una frase de Pablo VI: “En este mundo sobran maestros y faltan testigos”. Testigos en la calle, a pie de obra. Los cambios en Madrid y Valencia son una oportunidad para que la Iglesia pise más la calle, pero, sobre todo, para que los fieles perciban la cercanía.
Hacer política con inteligencia
Van a venir tiempos complicados porque el desdibujamiento, la desilusión y la desorientación afectan a todo, también a la política. Las fronteras de los partidos se van a mover como nunca en busca del voto perdido. Y la tentación de lo fácil puede hacer que los ataques a la Iglesia se multipliquen porque algunos creen que eso sigue dando votos. Por eso, una Iglesia humilde, libre, con autoridad moral, con independencia de todos, pero que explique mejor lo que hace, que hable sin miedo con todos los que deciden y que aporte serenidad, es absolutamente imprescindible.
La educación
Estoy convencido de que todos los problemas tienen que empezar a arreglarse –o de que solo pueden arreglarse– desde la educación, porque es la primera condición para acabar con las desigualdades y para construir una vida digna sobre valores responsables. La educación concertada atraviesa momentos muy difíciles que pueden agravarse aún más. No me da la sensación de que la Iglesia institucional la apoye como necesita, la exija como se requiere y la defienda como se merece. La educación concertada de la Iglesia tiene que ser la mejor, tiene que transmitir los valores del Evangelio y tiene que integrar a los más desfavorecidos. O no será. Y sin la escuela, la Iglesia pierde buena parte de su misión principal.
Cataluña
Algo tendrá que decir la Iglesia sobre el problema catalán. No se trata de dar o quitar razones, pero hace falta una palabra para tender puentes, quitar tensión y evitar el daño y la división que, indudablemente, se van a producir.
Más olor a ovejas
¿Se ha notado en España la revolución del papa Francisco? Hemos acogido y alabado sus palabras, sus gestos, su estilo… pero ¿hemos ido más allá de la superficie? Sobran vagabundos y faltan testigos y peregrinos. La Iglesia tiene que recuperar la credibilidad que ha perdido en muchas cosas y fomentar la que tienen otras de sus obras como Cáritas o Manos Unidas, por ejemplo. Las ovejas, especialmente las más desfavorecidas, las que no tienen una vida digna, tienen que notar que la Iglesia es la primera casa de acogida. Y que a ellas se dedican los mayores esfuerzos.
En el nº 2.907 de Vida Nueva
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