Diego Tolsada reseña la obra de José María Castillo La laicidad del Evangelio (DDB, 2014)
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Título: La laicidad del Evangelio
Autor: José María Castillo
Editorial: DDB, 2014
Ciudad: Bilbao
Páginas: 192
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DIEGO TOLSADA| Una corriente de la teología contemporánea viene insistiendo en la separación de Evangelio y religión. Ya Barth introdujo la distinción entre religión (esfuerzo humano por llegar a Dios) y fe (libre autoentrega de Dios al hombre). Bonhoeffer hablaba de un cristianismo sin religión, de un Dios sin religión a la altura de un ser humano adulto. En los años 70 tuvo un éxito tan llamativo como fugaz la teología de la muerte de Dios (Robinson, Cox, Hamilton…). Fuera del campo creyente y más cerca de nosotros, Gauchet ha hablado del cristianismo como la religión de la salida de la religión en nuestra cultura.
Este marco nos sitúa esta obra de José María Castillo. En ella el autor vuelve sobre un tema ya abordado en obras anteriores: El Reino de Dios (DDB, 1999), Dios y nuestra felicidad (DDB, 2001) o La Humanización de Dios (Trotta, 2012).
A lo largo de 26 capítulos, muy breves los primeros y más largos lo últimos, en que se perciben suturas a veces no bien logradas, hilvana un discurso muy radical sobre la necesidad de desvincular la experiencia cristiana de la envoltura religiosa que la recubre. ¿Es posible un cristianismo arreligioso, que se centre exclusivamente en la propuesta ética de Jesús en torno al Reino? Jesús se llevó muy mal con la religión. Por otra parte, es sabido que el origen de la religión se halla en la necesidad de sacralizar la violencia ejercida sobre la víctima de la caza, violencia que ha pervivido en lo sacrificial y los rituales de las religiones. Violencia y religión van unidas desde el principio. Además, Dios es un producto tardío de la religión. Ha habido religiones sin Él, lo que plantea la posibilidad inversa: que haya Dios sin religión. ¿Sería, por tanto, posible, para encontrar a Dios, pensar en una mediación diferente a la religión?
Conflicto Dios-Religión
Es aquí donde la laicidad entra en juego. Estamos asistiendo a un desplazamiento en la Iglesia de lo doctrinal (Benedicto XVI) a lo humano (Francisco), de lo sagrado a lo laico. Y no es un capricho o un accidente:
Este libro se titula La laicidad del Evangelio, porque aquí se intenta explicar lo que fue y cómo se desarrolló la vida de un hombre… que vivió y enseñó una religiosidad en la que Dios y la Religión no solo no coinciden, sino que, además, entran en conflicto. (p. 48)
Jesús vivió la ética de los profetas, al margen del Templo y centrada en el Reino, ante el cual la religión es un obstáculo. Lo central de la vivencia trascendente de Jesús fue lo humano, una ética de la bondad y de la misericordia. Desde aquí se comprenden muy bien las bienaventuranzas, las parábolas (especialmente, la del juicio final), la oración tal como Jesús la practica, el seguimiento como vinculación personal vital con Jesús, vinculación que es laica y no religiosa, y la misión, que es curar y sanar, es decir, algo también laico y profano.
En resumen, el Evangelio ha desplazado el centro de la religión de lo dogmático y lo ritual a lo ético: esa fue la praxis de Jesús. Y ello obliga a repensar, reorganizar y gestionar la Iglesia de otra manera.
Esta es la propuesta de José María Castillo. Hay mucho de verdad en la denuncia del sufrimiento y los abusos que ha causado la religión históricamente. Pero ¿solamente ha producido eso? ¿Es lícito identificar las formas concretas de la religión, y en concreto las más degeneradas, con la religión en sí? ¿Es pensable una religiosidad sin mediaciones doctrinales ni rituales de ningún tipo? ¿Es el cristianismo solamente una propuesta ética? ¿Qué fundamento absoluto puede tener la llamada de Jesús, si se desdibuja claramente su dimensión divina, entendamos por esto lo que queramos o podamos entender? Son algunas de las preguntas que surgen ante un discurso tan sincero y radical como, en bastantes momentos, falto de matices.
En el nº 2.914 de Vida Nueva