Lledó, premio a la lucidez

José Luis Celada, redactor de Vida NuevaJOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva

“La claridad y la belleza no tienen por qué estar reñidas…”

Acaban de concederle el Premio Nacional de las Letras de este año, porque “su dilatada obra armoniza la filosofía del Logos, la hermenéutica, el valor estético y ético de la palabra, la defensa de la libertad y reivindica la vocación docente”. Quiero imaginar, sin embargo, que Emilio Lledó (Sevilla, 1927), ajeno a este fallo del jurado, evitaría cualquier asomo de grandilocuencia para definir su trayectoria. Repasar algunos de sus mejores textos, recopilados en Los libros y la libertad (RBA, 2013), permite descubrir que la claridad y la belleza no tienen por qué estar reñidas. También que la sabia conjunción de ambas virtudes es un privilegio solo al alcance de mentes lúcidas como la suya.

Así lo aprendió durante la posguerra española en Alemania y así lo ha enseñado luego en institutos y universidades de nuestro país (La Laguna, Barcelona, Madrid…). Porque la única pretensión del filósofo y humanista andaluz –no se cansa de repetirlo– ha sido siempre formar ciudadanos libres y críticos. Dos atributos que, a lo largo de sus 87 años de vida, le han ayudado a reconocer que el mundo está como está “por culpa de la codicia y la ignorancia”. De la primera, ya sufrimos a diario las consecuencias. Leer a tipos como Lledó nos librará de la segunda, casi tan peligrosa o más que su inseparable compañera de desventuras.

En el nº 2.919 de Vida Nueva

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