Ministros de consolación

Antonio Spadaro, director de La Civiltà CattolicaANTONIO SPADARO | Director de La Civiltà Cattolica

“El deber de los jesuitas es ser personas de consolación que ofrezcan paz a la gente y calmen las heridas…”.

 

Durante su viaje apostólico a Corea del Sur en el pasado mes de agosto, el papa Francisco se reunió por sorpresa, comunicándolo solo 24 horas antes, con los jesuitas de la Universidad Sogang de Seúl. Después de ser acogido con un gran aplauso, todos se fueron presentando a él uno a uno, hasta que al final también lo hicieron por tipo de actividad: los jóvenes en formación, los novicios, los que se ocupan del apostolado espiritual, del apostolado juvenil, del apostolado social…

Fue verdaderamente una gran fiesta, en la que el Papa disfrutó mucho y dejó un mensaje importante. Tras unas palabras introductorias de saludo, improvisó un discurso sencillo y potente, centrado totalmente sobre una palabra, consolación, que para nosotros, jesuitas, es fundamental: la consolación espiritual. Dijo que somos ministros de la consolación, que en ocasiones en la Iglesia se experimentan fatigas, a veces incluso heridas, y que estas heridas de la gente de vez en cuando están causadas por ministros de la Iglesia. También confirmó la frase sobre la Iglesia como “hospital de campaña” que me comunicó en la entrevista publicada en La Civiltà Cattolica en septiembre de 2013. Es esa su visión de la Iglesia. Por tanto, el deber de los jesuitas –incluso diría más, en general de todos los ministros del Evangelio, de los sacerdotes y de los religiosos– es ser personas de consolación que ofrezcan paz a la gente y calmen las heridas.

El Papa lo repitió entonces con modos y acentos diversos. No habló de su visita en general, sino que se refirió a una situación particular, porque, durante el encuentro con los jóvenes en Salmoe, una muchacha camboyana hizo referencia al hecho de que su país no tenga ningún santo canonizado. En realidad hay un mártir, el primer obispo, cuyas virtudes heroicas están siendo estudiadas en un proceso. El Papa quedó impresionado por el hecho de que una chica tan joven se hiciera una pregunta así. Le vimos igual de emocionado en el encuentro. Le impresionó profundamente porque había allí un jesuita coreano que vive en Camboya.

En el nº 2.919 de Vida Nueva

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