Carlos Osoro. El peregrino. El hombre del papa Francisco en España
Título: Carlos Osoro. El peregrino. El hombre del papa Francisco en España
Autor: Jesús Bastante
Editorial: La Esfera de los Libros, 2014
Ciudad: Madrid
Páginas: 304
JOSÉ BELTRÁN | Al aceptar ser entrevistado, uno corre riesgos. Quedar en evidencia. Mostrarse como se es. Si uno tira de refranero materno, en el fondo se torna en retrato sin marco: “Esclavo de lo que se dice, dueño de lo que se calla”. Sin echar mano de un CIS episcopal que ajuste porcentajes, la mayoría de los pectorales dan un paso atrás cuando vislumbran a un periodista. El enemigo. Le sucedía a Bergoglio, aunque cueste creerlo ahora del Francisco mediático, que no mediatizado. No hay receta ante los medios mejor que la transparencia. La llave de la credibilidad.
El entrevistador también tiene mucho que perder en el género de la pregunta-respuesta. La ética periodística, de bruces: temas tabú no aceptados, maquillaje posterior que borra la palabra espontánea, la tentación de hablar en el idioma de lo políticamente correcto… No se palpan estas tentaciones en Carlos Osoro. El peregrino. Ya es mucho. Quienes siguen a Jesús Bastante en Religión Digital, saben que puede resultar incómodo por lo libre y su alergia a la complacencia. Aun así, ante la psicosis que pueda generar el micrófono asfáltico, no vienen mal cualquiera de los cursos que capitanea Yago de la Cierva, pinceladas que ahora recoge en La Iglesia, casa de cristal (BAC).
El arzobispo de Madrid no parece necesitarlo y aceptó su desafío sin anestesia. Ante ello, al periodista le toca corresponder con respeto ante quien acepta someterse a varias sesiones dialécticas. Pero sin algodones acomodaticios. De ahí que el libro no se trate de una hagiografía entrecomillada. Después de bucear en los últimos meses por biografías episcopales, unas indulgentes y otras viscerales, se agradece como lector, pero, sobre todo, como periodista el tono de Bastante. Aunque al autor, como se deja entrever en la narración, se le percibe “osorista” –pues le ve ya como presidente del Episcopado y birreta–, la obra no peca de “osoritis”. Su voz ejerce de guía templado para que el prelado se exprese y cuente con la misma soltura cómo se apaña con el lavavajillas, la decisión de romper con su novia para entrar en el seminario y su visión ante el fenómeno Podemos. El perfil del vicepresidente de la CEE se enriquece, además, con las voces de quienes trabajan mano a mano con él.
Si en Pasión por evangelizar (VN, nº 2.914) descubrimos al pastor que medita y escribe, aquí esas palabras se encarnan en la frescura de una conversación. Los titulares de don Carlos.
“Creo que un obispo no debe salir a protestar a la calle”. “El aborto es un crimen, uno de los más absurdos y graves que existen”. “El 15-M es un signo de que hay una discordia. Otra cosa es usar medios legítimos”. “Soy ciudadano y voto siempre a quien defiende más la solidaridad”.
Ese buceo periodístico desembarca incluso en lo anecdótico, muy revelador. Uno descubre que Osoro es el autor de aquel Baja Dios de las nubes de la pastoral juvenil de los 90 y del Yo no soy nada, convertido en un clásico cuaresmal. Quizá, por curiosidad malsana, se echa de menos saber cómo resolvió, vivió y acompañó el episodio de las Escuelas Pías y los nuevos Cooperatores Veritatis.
Este libro ayuda a no crearse estereotipos ni a dejarse llevar sobre lo que comentan unos y otros. Más bien ejerce de tarjeta de presentación, una manera de afrontar con tino su aterrizaje madrileño. Él mismo ha puesto de su parte: con el retorno del despacho a la calle Bailén, donde reza el ángelus con toda la Curia a las 12, su mano tendida a los religiosos, su trato respetuoso a los auxiliares que van saliendo… Ahora toca hacerlo fuera de foco, en lo cotidiano. Y es ahí donde se fraguará la era Osoro y –como deja claro Bastante– donde se maneja con toda la mano izquierda que se precise. Y con el cayado que le regalaron antes de partir de Valencia.
En el nº 2.919 de Vida Nueva