“La particularidad de Grávida es que somos una comunidad de Iglesia con una espiritualidad muy mariana que necesita alimentarse espiritualmente, pero esa espiritualidad está llamada a presentarla en la acción, en una acción en nuestra realidad, que cada vez es más compleja”. Quien explica esto es Diana Florez de Castillo, Directora Nacional de Grávida. “Siempre digo que el mal se organiza más rápido y es mucho más estratégico; tiene mucho más recursos. Por eso, permanentemente tenemos que estar interrogándonos acerca de la realidad”.
En plena celebración de los 25 años de vida, Grávida –que posee un doble significado: “Grávida” por el estado de gravidez de la mujer, y por gracias a la vida– está trabajando en 30 diócesis de Argentina con 54 comunidades.
El servicio de Grávida “es el Evangelio de la Visitación puesto en acción: salir al encuentro”. Desde siempre, Grávida se instala en estructuras diocesanas y/o parroquiales, “pero para no permanecer sino ‘para salir a las periferias’. Ese es el desafío de las comunidades: traspasar las fronteras de la parroquia para llegar a esos ámbitos donde están las mujeres, las niñas, las adolescentes que quieren hacerse un aborto”.
“Mirándonos en María, salimos pronto, confiados, con sigilo, para ponernos al lado de esa mamá o ese papá en dificultad con su embarazo y ayudarlos a descubrir el valor de la vida de su hijo para evitar el aborto. Acompañando, orientando, sosteniendo, llevando adelante acciones concretas en respuesta a la situación difícil que transita”, relata Carolina Jessenne, que se desempeña como voluntaria de Grávida en uno de los centros del Conurbano bonaerense. Y agrega: “Este servicio lo llevamos adelante en comunidad, una comunidad de servidores que nos sostiene, alienta y completa”.
Al comprender el servicio de Grávida y la lógica de trabajo que llevan adelante los voluntarios en los distintos centros del país, se entiende que el trabajo social fundamenta el servicio.
“Nosotros siempre hablamos de velar, crecer y agradecer, de vivir esta misión en clave de agradecimiento. Tenemos que velar, estar atentos a las necesidades de la mamá que viene de afuera, que quiere abortar a su hijito; necesitamos crecer para que este servicio se expanda; tenemos el corazón agradecido porque sabemos que la vida viene de Dios y que, por todo esto recibido, estamos llamados a agradecer”, describe Castillo.
En Grávida se trabaja a partir de una pedagogía “de intervención” que viene “de la raíz del concepto de ‘educar’ (del latín ‘educere’, algo así como ‘guiar’, ‘conducir’, ‘sacar para afuera’). Aquellos saberes que están en el corazón de los chicos, ¡te sorprenden tanto!”
De la misma manera que los voluntarios de Grávida salen al encuentro de la mamá, también salen al encuentro en diferentes espacios “para anunciar el valor de la vida desde su concepción, compartiendo nuestra experiencia en el acompañamiento, invitando a hacer el ejercicio de ponerse en los zapatos del otro, sentir con el otro y descubrir lo que esa mamá está necesitando. Con un lenguaje simple, comprensible, que posibilite una verdadera comunicación”, argumenta Jessenne.
Y continúa su relato con una simpática experiencia: “Hace poco, estuvimos en una escuela a la que nos acercamos a compartir un taller con algunos chicos de secundaria, hablando concretamente del lugar en el que se inicia la vida.En la charla con los chicos descubrimos graciosamente que el primer gran viaje que hacemos solitos en nuestra vida no es el viaje de egresados al concluir el secundario; el primer viaje que hacemos solos es el viaje por la trompas de Falopio hacia el útero, donde hacemos nuestro primer ‘arribo’ para quedarnos en una cómoda estadía de nueve meses… Podríamos decir que es la primera gran cursada”.
En estos tiempos también ser perciben cambios significativos en el lenguaje. “En este momento te encontrás con un pedido de ayuda que te llega por los espacios virtuales y sabés que se están comunicando con otros cuatro o cinco al mismo momento. Por eso, ahora hay que ser muy expeditivo. Enseguida tratamos de pedirles que tengan cuidado porque detrás del aborto hay un mercado muy grande; que tomen conciencia… Obviamente, de entrada nunca revelamos toda la identidad del servicio que estamos prestando”.
“Toda la atención virtual –explica Castillo–, ya sea por las redes sociales, por whatsapp, por mensaje de texto, se maneja en las penumbras. Por un lado, esto te permite tener un diálogo muy abierto, pero, por otro, muy oculto porque no hay identidades”.
Sin embargo, “una vez que tenés el encuentro con la mamá, se da un diálogo de corazón a corazón”.
“Ahora atiendo mucho en forma virtual, y eso te va revelando los perfiles de la gente, el imaginario colectivo, las tendencias. Por eso, en este momento estamos renovando estrategias. ¡Todo un ejercicio!”
Si bien es difícil entrar en las distintas situaciones, para Castillo “las situaciones vitales son siempre las mismas”. El gran desafío se da “en el momento de traspasar las barreras iniciales, de posicionamiento, de ideologías. La mujer que llega pensando en abortar es una mujer que está sufriendo”.
En Grávida, siempre se trabajó la pedagogía del encuentro, algo que hoy predica y practica el papa Francisco. “Salir al encuentro de esa mamá que está pensando en abortar y a quien Dios en primerísimo lugar le confió el cuidado de esa vida. Escucharla con amor, sin juzgarla. Salir prontos para cuidar a ese bebé que tiene horas de gestado, cuidando de su mamá. Y no por estrategia, solo por su valor, por amor, porque es un don de Dios. Esa mamá tiene unas cuantas horas más de vida vividas… Y también fue embrión. Nuestros gestos de cuidado hacia ella, nuestra valoración de su vida, la ayudan a ir descubriendo el valor de la vida de su hijo”, relata Jessenne con sumo entusiasmo. Y remata: “Aquí vale la expresión ‘un gesto vale más que mil palabras’. Es lo que el Señor nos pide: ‘Quiero hechos, no palabras’”.
Como cuerpo de voluntarios que sostiene el servicio de Grávida, “tratamos de no cortarnos solos, de cuidar la vida juntos, cada uno con sus talentos, su tiempo, con lo que ha recibido de Dios… Así, nos organizamos para el trabajo concreto desde distintas áreas: atención, prevención, difusión y formación”.
“Hace poco –recuerda Filipe–, en una reunión de voluntarios, compartíamos la Palabra de la venida del Espíritu Santo. Sentíamos que, con el impulso del Espíritu, estábamos llamados a hablar en ‘distintas lenguas’ para anunciar el valor de la vida y que cada persona nos pudiera oír anunciar ‘en su propia lengua’. La pedagogía del encuentro y el amor que caracteriza nuestro servicio es también central a la hora de anunciar el valor de la vida naciente. No sería coherente que quisiéramos hablar del valor de la vida de un bebé en el vientre de su mamá si no respetamos y le damos valor a la vida de la persona que tenemos enfrente”.
La impotencia de María al pie de la cruz es algo que tenemos que aprender a respetar. Tenemos que aprender que los resultados no nos pertenecen y que en Dios todo tiene un significado muy diferente”.
En Grávida, la premisa fundamental es defender la vida, pero “no podemos salir a defender la vida de los otros si no salimos a valorar el don de la vida, la maravilla que Dios nos da a cada uno de nosotros. Tenemos que vivir esta misión en esa clave, una clave muy navideña”, resume Castillo.
NICOLÁS MIRABET
FOTOS: ENRIQUE CANGAS
Llegado un febrero se contacta una joven pidiendo ayuda para abortar. Accede al encuentro que se da en una plaza. Allí tenemos la posibilidad de escucharla. Ella se expresa muy consternada y decidida a no seguir adelante y nos comparte aquellas cuestiones que la hacen pensar en esa decisión: la edad, los problemas económicos, las dificultades con su pareja, con el padre de su otro hijo, etc. Conversamos, le damos otra mirada de la situación y le ofrecemos nuestra ayuda. Luego del tiempo compartido nos despedimos haciéndole saber que cuente con nosotros.
Pasa el tiempo y pese a nuestros intentos, no tenemos más noticias de ella. Pensamos que quizás había abortado…
Llegado mayo recibimos un mensaje de ella en nuestra línea de emergencia: “el bebé sigue en pié”. ¡Imaginen el gozo en nuestro corazón al leer esas palabras!
Pronto nos pusimos nuevamente en contacto y comenzamos un acompañamiento que sigue hasta la fecha. Dios nos regaló ver de guardapolvo cuadrillé a aquel bebé recién concebido que había estado en riesgo.
Hace poco tuvimos una experiencia en un centro del país. Empezamos a escribirnos con una chica hasta que accede a encontrarse con una de nuestras voluntarias. Esto fue a la mañana. Yo siempre espero ver, del otro lado, cómo va madurando el caso… Pasaba la hora y no tenía novedades. A las nueve de la noche me llama una de las voluntarias para decirme que la habían dejado en su casa. Resulta que la habían acompañado durante todo el día, la habían escuchado, la habían llevado al médico, la habían acompañado a hacerse una ecografía para que pueda ponerse en comunicación con ese bebé.
Hoy en día, el recurso de la ecografía es un gran instrumento para esa mujer que está convencida que lo que lleva en su vientre no es una vida, que no hay bebé y que sólo son células. Si la mamá escucha ese corazoncito, no hace falta hablar.
Una de las estrategias de todos aquellos que proponen el aborto es no hablarle a la mujer durante la ecografía. Ese es un punto muy fuerte para nosotros porque el bebé habla por si mismo y es un punto muy débil para todos aquellos que quieren impulsar el aborto.