JOSÉ BELTRÁN | Director editorial de Vida Nueva
VIERNES 16.Los obispos están en la recta final de sus ejercicios. Alguno falta. Previsible. De la mano de Teresa de Jesús. No se lo esperan. A mitad de la tarde, reciben un sobre de infusión con un texto bíblico. Cada uno, diferente. Personalizado. Para reposar lo rezado. Pero, sobre todo, para compartir lo meditado. Con reposo. Para que haya poso. De fondo, Mayte López canta a la Santa.
SÁBADO 17. Abrazar al enfermo. Abrazar la enfermedad. En la planta 11 de La Paz percibo lo que implica. Lo que desgasta en lo físico. En las horas de sueño. Pero también el amor que genera abrazar ese sufrimiento, darse por quien se ha roto antes por su familia.
DOMINGO 18. El padre Ángel me refuerza el acierto del Papa con el “puñetazo” verbal y el freno al cuestionable derecho a la blasfemia. “No hay nada peor en América que mentar a la madre de uno. Era lo más gráfico que podía expresar”. Lo dice él que algo se conoce la tierra. Y lo cantaba aquel: “Menos faltarle a mi madre…”.
MARTES 20. No llegamos a marzo. Es la sensación ante el viaje del Papa a Ávila. Nadie confirma. Nadie desmiente. Agosto y el encuentro de jóvenes se perfilan como el mejor gancho de la Santa. Pero no el único. Se confía que en la entrega de la birreta, el nuevo cardenal reciba la agenda. Sería otro regalo como abulense.
MIÉRCOLES 21. Cuatro copos de nieve. Contados. Como el domingo. Una amiga quiere denunciar a los hombres del tiempo por malvender expectativas que no se cumplen. ¡Cuántas veces soy hombre del tiempo!
En el nº 2.925 de Vida Nueva.