Los nuevos inquisidores de siempre


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva


Se comprende el embrollo mental. La política de traslación de ejes de este pontificado, con las nuevas coordenadas que va soltando el papa Francisco como quien no quiere la cosa, les ha dejado al borde del abismo, colgando de la nueva evangelización, por un lado, y del relativismo por otro. Eso, que antes estaba en el centro, está ahora relegado, en tanto que lo que estaba al margen, se ha instalado a conciencia en el centro. Una situación donde, al vértigo con el que se suceden los acontecimientos –miren a monseñor Romero, ahora aclamado en Roma–, se une la náusea que produce la sensación de pisar sobre verdades que ya no son absolutas, donde las certezas se les tambalean. Un cóctel molotov de ira, de despecho que ya no respeta infalibilidades hasta ahora intocables y que juzga la caridad con el prójimo como la prueba del nueve de los tibios… Así pues, disparan contra todo lo que se mueve desde los escombros de la que pretendían una sociedad perfecta.

Participaba hace unos días el nuevo portavoz de la CEE en la interesante iniciativa entreParéntesis, un sano ejercicio de desentumecimiento cerebral a cargo de los jesuitas. Y se quejaba José María Gil Tamayo de la “Inquisición laica que quiere preservar la dogmática en el espacio público”. Habrá que preguntarle, pero no sonaba simplemente al reconocible reproche en contra del laicismo excluyente, sino a algo más propio, también a ese “fuego amigo” que disparan los de casa, más peligrosos que los de fuera por culpa de la desubicación mental y espiritual. El propio portavoz parece que está sufriendo en sus propias carnes alguna que otra perdigonada.

Resulta curioso observar el fenómeno, porque, aunque parecen nuevos en la plaza, no lo son. Quizás sean más jóvenes, pero siempre han estado ahí. Antes, contra todo lo que les sonaba a progre o que cuestionaba algunos modos y maneras de ser pastor, en Roma o en la puerta de al lado. Y ahora, cuando el Vaticano les parece un nido de teólogos de la liberación, incluso contra obispos a los que antes besaban el anillo. Por supuesto son más papistas que Francisco, mucho más, y creen también que mejores cristianos. No se dan cuenta, como sus mayores, de que confunden fe con nacionalcatolicismo y Evangelio con ideología.

En el nº 2.928 de Vida Nueva

 

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