EDITORIAL VIDA NUEVA | Como ya lo fueran la voladura de los Budas gigantes de Bamiyán por los talibanes afganos, las imágenes difundidas por el Estado Islámico en donde se ve a sus seguidores destruyendo esculturas asirias del Museo de las Civilizaciones de Mosul han dejado perpleja a la comunidad internacional.
Se trata de un signo más –ya sabemos cómo son de despiadados contra quienes consideran sus enemigos– de hasta dónde llega el fanatismo ciego de quienes son capaces de escudarse en la religión para cometer barbaridades que repelen a cualquier conciencia mínimamente formada.
Al exterminio de quienes no creen lo que ellos adoran se une también el cultural, una declaración de intenciones que ahonda en la necesidad de aislar a estos bárbaros.
En el nº 2.932 de Vida Nueva. Del 7 al 13 de marzo de 2015
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