Un libro de Gabriel Mª Otalora (San Pablo, 2014). La recensión es de Fernando Cordero, SS.CC.
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Título: Compasión y misericordia
Autor: Gabriel Mª Otalora
Editorial: San Pablo, 2014
Ciudad: Madrid
Páginas: 216
FERNANDO CORDERO, SS.CC. | Gabriel Mª Otalora Moreno (Bilbao, 1957) es un laico con una postura clara: “Debemos despertar y ser agentes activos del amor de Dios en la calle”. Está licenciado en Derecho y se ha convertido en asiduo colaborador de varios medios de comunicación. Este libro puede considerarse la continuación de El evangelio de los excluidos (San Pablo, 2012) y, sobre todo, hemos de destacar su estrecha sintonía con las enseñanzas del papa Francisco expuestas en La alegría del Evangelio.
Cuenta con un prologuista de lujo, José Antonio Pagola, que en once páginas contextualiza y nombra los temas principales de la obra. Pagola está firmemente convencido de que “es urgente rescatar, en la experiencia del cristianismo actual, el rostro compasivo y misericordioso de Dios”. Esto es lo que despliega nuestro autor, con un estilo sencillo, cercano y ameno, propio de la prestigiosa colección ‘Proa’ de San Pablo en la que está inserto.
El volumen está dividido en dos partes. En la primera, Otalora centra su atención en recobrar algunos atributos esenciales de Dios, visualizando la importancia que tienen la compasión y la misericordia en la Biblia. Aborda cómo interpretar el Antiguo Testamento, la justicia de Yahvé o el Salmo 102, claves para expresar la entrañable misericordia de Dios. Subraya el valor de la reconciliación en el seguimiento de Cristo como consecuencia de la acción del amor de Dios. Se recrea en cuatro pasajes esenciales: el buen samaritano, el hijo pródigo, la adúltera perdonada y Jesús en la cruz.
Ejemplos y conductas
La segunda parte es bien distinta, ya que supone una denuncia de realidades y operaciones de los propios cristianos que perturban la práctica de la compasión y la misericordia (la culpa, el legalismo, la política equivocada de la Iglesia, el compromiso con los necesitados, la paz, los sacrificios, la verdadera salvación…).
El autor proporciona ejemplos de actitudes verdaderamente compasivas, tanto de creyentes como de no creyentes, que pueden servir de modelo en lo cotidiano. Su objetivo es fomentar conductas auténticamente evangélicas, sin pretender “sentar cátedra” y con una apuesta decidida por los últimos: “Parados, víctimas de la corrupción, desahuciados de sus pisos, desesperados de la vida, enfermos y ancianos necesitados de compañía, personas que sufren rechazo social y familiar, soledad o cualquier otra forma de desamor” (p. 208).
Además de centrarse en lo esencial del mensaje bíblico, este comprometido laico bilbaíno insta continuamente a la acción para fomentar la compasión y la misericordia, denunciando la indiferencia que nos lleva a la insensibilidad y al descrédito. Es muy de agradecer que nos evoque la crítica que Susan Sontag hizo a nuestro sistema.
En el nº 2.937 de Vida Nueva