Un libro de Óscar A. Rodríguez Maradiaga (Narcea, 2014). La recensión es de Diego Tolsada
–
Título: Sin ética no hay desarrollo
Autor: Óscar A. Rodríguez Maradiaga
Editorial: Narcea, 2014
Ciudad: Madrid
Páginas: 86
DIEGO TOLSADA | El cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, salesiano, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Cáritas Internacional, es también el coordinador del Consejo de cardenales que el papa Francisco ha creado para que le asesore. La editorial Narcea ha reunido en este pequeño volumen una serie de breves artículos que el purpurado hondureño ha ido publicando en la revista Mondo e Missione, mensual del Instituto Pontificio de Misiones Extranjeras, así como una parte de la lección doctoral pronunciada al ser investido doctor honoris causa por la Universidad de Parma en mayo de 2013. Es de destacar también el prólogo de Stefano Zamagni, prestigioso economista italiano, miembro del Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’.
Los artículos giran en torno a la tesis indicada en el propio título del libro: Sin ética no hay desarrollo, tal como ha dejado patente, si es que no lo estaba, la crisis actual del sistema. Con un lenguaje claro, apoyado en datos poco numerosos pero significativos y en el magisterio de Benedicto XVI, analiza la crisis actual y propone alternativas.
La globalización es un fenómeno ambiguo: junto a claros beneficios, ha producido un aumento de la desigualdad, al reducirse a la globalización de la lógica del mercado financiero, lo que ha causado un Sur mísero y un Norte aburrido. Vivir no es solo existir, sino hacerlo de una determinada manera.
Modelo fallido
Esto nos ha dejado la lección de que el modelo del capitalismo neoliberal es, a pesar de su aparente éxito, un modelo fallido, pues hemos caído en la cuenta de que el consumo no es ilimitado ni el único valor. Más importante y por encima de él está la dignidad de la persona y la solidaridad.
Pero la crisis, como toda crisis, puede ser una ocasión de cambio, pues nos está haciendo conscientes de que se necesitan, si no queremos caer en el abismo que hemos visto abrirse, otro tipo de relaciones, en las que la humanidad se vea como una familia global construida sobre la base de la justicia. En esta perspectiva, la principal obligación de los estados tendría que ser la de asegurar el respeto de los derechos y deberes de todos con vistas a un destino común.
El artículo titulado “Por una ética del desarrollo”, un fragmento de la lección doctoral, es, posiblemente, el más interesante. Todas las crisis han ido acompañadas del abandono de determinados valores. Hoy tenemos muchos “cómo” y “se puede”, es decir, la técnica en un altísimo grado de poder, y nos faltan los “por qué” y los “se debe”, es decir, las dimensiones del sentido y de la ética. Siguiendo a Amartya Sen, el cardenal Rodríguez Maradiaga postula la necesidad de redefinir el concepto de desarrollo, que siempre lleva consigo los ideales de calidad, excelencia y plenitud. La gran pregunta que tenemos que hacernos es: desarrollo, ¿para qué? Y la respuesta solamente puede ser una: para una vida digna, edificada en torno a los valores supremos y universales del mantenimiento de la vida, el respeto y la libertad de todos.
Otro crecimiento
La obra se cierra con dos artículos muy breves: es necesario un nuevo modelo de crecimiento sobre la base de la ética (no solo de la lógica de la economía del modelo neocapitalista), y que tenga como centro la vida humana.
Una pequeña obra, pero que, en su sencillez, ofrece muchas cosas buenas. Entre otras, recordarnos a los creyentes asuntos fundamentales e irrenunciables de nuestra vida cristiana ante la situación que estamos viviendo de desigualdad y sufrimiento. Y todo eso dicho y escrito de una manera clara, comprensible y breve (que no es poco). Otra, acercarnos al pensamiento de una de las figuras más representativas e influyentes en la Iglesia actual, tan cercana al papa Francisco.
En el nº 2.937 de Vida Nueva
