Periodista, autora de ‘Tras los andamios de la Sagrada Familia’ (Editorial UOC)
J. L. CELADA | Carme Escales (Barcelona, 1970), freelance con más de dos décadas de profesión a la espalda, sostiene que las historias humanas “tejen” sus textos. Y así lo pone de manifiesto en esta obra, Tras los andamios de la Sagrada Familia, “una pequeña ventana a ese mundo de los oficios genuinos que han levantado las mayores catedrales y rascacielos del mundo”. Aquí, en concreto, a quienes llevan adelante a diario las obras de la Sagrada Familia.
PREGUNTA.- ¿Cómo surge este libro?
RESPUESTA.- Literalmente, me gustó mucho lo que vi al entrar en la nave central del templo. Sentí que quería hacer un reportaje sobre la Sagrada Familia, un monumento que veo a diario, en mis trayectos hacia el centro de la ciudad. Y pensé en cómo debía ser trabajar en esa gran obra. De esas ganas salió un reportaje que se publicó en una revista. Me quedaron muchísimas cosas en el tintero y, cuando la Editorial UOC me propuso escribir un libro para su nueva colección de grandes reportajes, pensé que era el momento de explayarme un poco más.
P.- ¿Qué hay ‘Tras los andamios de la Sagrada Familia’ que escapa a los ojos del turista o del creyente?
R.- Están las personas que acuden al templo a diario como cualquier ejecutivo, banquero, administrativo, abogado… Son gente corriente, pero, al mismo tiempo, estiran el hilo de un proyecto que nació de alguien considerado mundialmente como un arquitecto excepcional.
P.- Y Carme Escales, ¿ha descubierto algo que no conociera del monumento más visitado de su ciudad?
R.- Cada detalle de lo que me han contado, como la medida del 7,5 como base y múltiplo para elevar todas las alturas del templo, la fabricación de grandes fragmentos fuera de Barcelona, la sincronización con arquitectos australianos como colaboradores, y, sobre la mesa, las tareas diarias de quienes montan ese gran puzle que gente de todo el mundo visita.
P.- Por lo que ha podido hablar con los 450 profesionales que trabajan a diario en la construcción del templo, ¿se verá cumplido algún día el sueño de Gaudí?
R.- Bueno, ¡no he hablado con los 450!, pero sí con los principales responsables: el arquitecto jefe, el encargado de la obra, el responsable de los picapedreros, el jefe de los maquetistas… Todos hablan de un buen ritmo de trabajo de cara a 2026, centenario de la muerte de Antoni Gaudí, para tener finalizada la estructura externa de la construcción. Aunque, según me dijeron, luego quedarán por trabajar los detalles decorativos y la entrada y acceso principales al templo, desde la calle de Mallorca.
P.- Después de bucear en esta intrahistoria de la Sagrada Familia, ¿cómo definiría a su autor? ¿Un genio, un visionario, un santo…?
R.- Todos los inputs que he recibido sobre Gaudí –su manera de trabajar, su trato con los empleados, su dedicación, su imaginación y su vida– me han transmitido la imagen de un hombre que amaba lo que hacía. ¿Un genio? Sí, porque su inteligencia le hacía llevar lo más sencillo a una sublime belleza y utilidad. Su inspiración en la naturaleza lo embelleció todo con buen gusto y sencillez. Aplicó en sus soluciones arquitectónicas un gran sentido común, que me recuerda al de la sabia gente de campo, quienes más se fijan y valoran lo que la naturaleza les dice y les da. ¿Un visionario? No. Su inteligencia buscaba en el origen de todo, supo buscar y encontró la originalidad en el punto de partida: la naturaleza. ¿Y un santo? Si eso lo hace más universal, bien. Su empeño, dedicación y humildad son ejemplares.
En el nº 2.938 de Vida Nueva