ANTONIO SPADARO | Director de La Civiltà Cattolica
Estamos habituados a tener una visión “potenciada” de la realidad: binóculos, telescopios, microscopios, ecografías y tac nos hacen ver más allá de nuestra propia capacidad de visión. El objetivo ayuda al artista a ver “intensamente” lo que está viendo y a mostrárselo a los demás.
Hoy asistimos a la difusión de una forma diferente de visión de la realidad que se lleva a cabo con una tableta o con un teléfono de pantalla táctil: la “realidad aumentada”, que permite la superposición de niveles informativos a la experiencia real que se está produciendo delante de nuestros propios ojos.
No hay más que orientar el objetivo hacia una dirección cualquiera y utilizar una aplicación de AR (Augmented Reality, realidad aumentada) para ver informaciones acerca del lugar en el que estamos, de su historia y también de la presencia de tiendas, informaciones de tráfico y otras cosas por el estilo. En este caso, la vista sobrepone a la realidad “actual” una realidad “aumentada” hecha de flujos de informaciones que nos ayudan a comprenderla mucho mejor.
De ahí viene la siguiente pregunta: ¿la luz que la fe ofrece a la vida cotidiana del creyente puede entenderse analógicamente como una forma de “realidad aumentada”? Es la fe la que me hace distinguir el cuerpo de Cristo en el pan durante la celebración eucarística y me ofrece una información ulterior a lo que mis ojos ya han visto. Es verdad que el sacramento es una señal “eficaz” de la gracia: no solo genera información, sino que hace lo que dice. Por eso la pregunta debería ser: ¿acostumbrarnos a la realidad aumentada tendrá una influencia en el modo en que se comprenderán, describirán y vivirán los sacramentos?
Sin lugar a dudas, el hecho de acostumbrarse a este nuevo tipo de realidad se está convirtiendo para algunos en una metáfora de la fe como guía para la vida. La escucha de la Palabra de Dios por medio de la Biblia tiene precisamente esta función. Basta con volver a leer el Salmo 119, 105: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, / luz en mi sendero”. O el Deuteronomio, que pide poner los preceptos del Señor como “una señal en tu frente” (Dt 6, 8) para ver la realidad de una manera “aumentada”. Aumentada, precisamente, por la fe.
En el nº 2.943 de Vida Nueva.